<?xml version="1.0" encoding="UTF-8"?><rss version="2.0"
	xmlns:content="http://purl.org/rss/1.0/modules/content/"
	xmlns:wfw="http://wellformedweb.org/CommentAPI/"
	xmlns:dc="http://purl.org/dc/elements/1.1/"
	xmlns:atom="http://www.w3.org/2005/Atom"
	xmlns:sy="http://purl.org/rss/1.0/modules/syndication/"
	xmlns:slash="http://purl.org/rss/1.0/modules/slash/"
	>

<channel>
	<title>Cecilia Domínguez Luis</title>
	<atom:link href="https://ceciliadominguezluis.com/feed/" rel="self" type="application/rss+xml" />
	<link>https://ceciliadominguezluis.com</link>
	<description></description>
	<lastBuildDate>Fri, 20 Sep 2024 08:41:13 +0000</lastBuildDate>
	<language>es</language>
	<sy:updatePeriod>
	hourly	</sy:updatePeriod>
	<sy:updateFrequency>
	1	</sy:updateFrequency>
	<generator>https://wordpress.org/?v=6.7.1</generator>

<image>
	<url>https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/cropped-AJENJO-1-32x32.jpg</url>
	<title>Cecilia Domínguez Luis</title>
	<link>https://ceciliadominguezluis.com</link>
	<width>32</width>
	<height>32</height>
</image> 
	<item>
		<title>El Auditorio Insular acoge este viernes la charla-espectáculo ‘Cecilia: Mujer, Poesía y Mundo’</title>
		<link>https://ceciliadominguezluis.com/el-auditorio-insular-acoge-este-viernes-la-charla-espectaculo-cecilia-mujer-poesia-y-mundo/</link>
		
		<dc:creator><![CDATA[administrador]]></dc:creator>
		<pubDate>Fri, 20 Sep 2024 08:33:47 +0000</pubDate>
				<category><![CDATA[Entrevistas]]></category>
		<category><![CDATA[Literatura]]></category>
		<category><![CDATA[La Gomera]]></category>
		<guid isPermaLink="false">https://ceciliadominguezluis.com/?p=992</guid>

					<description><![CDATA[Se trata de un recorrido profesional y personal de la escritora Cecilia Domínguez Luis, Premio Canarias de Literatura 2015, mediante...]]></description>
										<content:encoded><![CDATA[<h3 class="new_entry ">Se trata de un recorrido profesional y personal de la escritora Cecilia Domínguez Luis, Premio Canarias de Literatura 2015, mediante la escenificación de varios de sus poemas</h3>
<p><em><strong>El evento tendrá lugar mañana, viernes 20 de septiembre, a partir de las 20.00 horas, con entrada gratuita hasta completar aforo, previa retirada en la taquilla del edificio</strong></em></p>
<div class="BANNER_FIX"></div>
<div class="new_text ">
<p>El Auditorio Insular acoge, mañana viernes, 20 de septiembre, a partir de las 20.00 horas, la charla-espectáculo ‘Cecilia: Mujer, Poesía y Mundo’, un evento que permitirá hacer un recorrido profesional y personal de la escritora Cecilia Domínguez Luis, Premio Canarias de Literatura 2015, mediante la escenificación de varios de sus poemas.</p>
<p>Este homenaje, organizado por la Consejería de Cultura del Gobierno de Canarias, con la colaboración del Cabildo de La Gomera, incluye una charla presencial con la autora, y la representación de parte de su poemario, mostrando su evolución creativa, así como sus temáticas recurrentes &#8211; el territorio, la identidad o el cuestionamiento poético -. Estas interpretaciones correrán a cargo de Ylenia Quintero Campos y Mabel Quintero Ledesma.</p>
<p>La entrada a este evento, enmarcado en la celebración del Día de las Escritoras, que se conmemora cada 17 de octubre, es gratuita hasta completar aforo, previa retirada en la taquilla del Auditorio.</p>
<p><strong>Biografía de la autora</strong></p>
<p>Cecilia Domínguez Luis es poeta y narradora, nacida en La Orotava en 1948. Estudió Filología Hispánica en las universidades de La Laguna y Madrid. Ha sido secretaria de la publicación cultural ‘Fetasa’ y presidenta del Ateneo de La Laguna. Ha colaborado con poesías y trabajos críticos en numerosas publicaciones culturales de Canarias.</p>
<p>En 1980 obtuvo el premio de poesía Matías Real, en 1981 el premio de poesía Pedro García Cabrera, y en 1991 el premio de poesía Emilio Algaba Guimerá convocado por la Casa de Venezuela en Canarias. Ejerció como profesora de Literatura en un instituto de Educación Secundaria.</p>
<p>En 2011 fue nombrada académica de número de la Academia Canaria de la Lengua y, en 2013, miembro del Instituto de Estudios Canarios. En 2015 recibió el Premio Canarias de Literatura, y en 2023 se le rindió un homenaje por el Día de las Escritoras.</p>
</div>
]]></content:encoded>
					
		
		
			</item>
		<item>
		<title>La realidad es que la gente no sabe distinguir entre emoción y valor</title>
		<link>https://ceciliadominguezluis.com/la-realidad-es-que-la-gente-no-sabe-distinguir-entre-emocion-y-valor/</link>
		
		<dc:creator><![CDATA[administrador]]></dc:creator>
		<pubDate>Tue, 25 Jul 2023 08:02:30 +0000</pubDate>
				<category><![CDATA[Entrevistas]]></category>
		<category><![CDATA[entrevista]]></category>
		<category><![CDATA[triada]]></category>
		<guid isPermaLink="false">https://ceciliadominguezluis.com/?p=973</guid>

					<description><![CDATA[Cecilia Domínguez Luis (La Orotava, 1948) lanza un nuevo poemario, Tríada, de la mano de Palabras al Límite. Habrá que...]]></description>
										<content:encoded><![CDATA[<p><em>Cecilia Domínguez Luis (La Orotava, 1948) lanza un nuevo poemario, Tríada, de la mano de Palabras al Límite. Habrá que esperar a después del verano, concretamente hasta el 25 de octubre, para asistir a la puesta de largo de este ejemplar, que en realidad es un tres en uno. Eva, Andrómaca y Ofelia son las voces femeninas que se cuelan en las páginas de la nueva aventura editorial de la Premio Canarias de Literatura.</em></p>
<p><strong>Hacía varios años que publicaba usted un poemario, ¿no es cierto?</strong></p>
<p>Pues es verdad. He publicado cuentos y novelas. Lo último de poesía fue la antología, que salió en 2020. Lo que pasa es que todo lo que ha salido coincidió con la pandemia y ha sido un desastre porque las presentaciones han sido escasas. La sorriba, por ejemplo, solo la pude presentar un día. Publiqué Icaria, otra novela. Pero este es un libro que tenía escrito hacía bastante tiempo. Era un libro en busca de editor, porque en realidad son tres libros en uno.</p>
<p><strong>Y de ahí lo de Tríada </strong></p>
<p>Si, son tres y no sabía quién se iba a atrever a sacarlo así. Yo quería que las tres mujeres salieran juntas.</p>
<p><strong>Cuando hablamos de esa Tríada hablamos –concretamente– de Eva, Andrómaca y Ofelia. </strong></p>
<p>Quería darle voz a tres mujeres que no tuvieron voz y que, si la tuvieron, fue la voz del pecado, en Eva; la no voz, que fue Andrómaca, que no habla en toda La Ilíada; y Ofelia es la que tiene voz pero es la voz de una loca, nadie le hace caso.</p>
<p><strong>Tenemos aquí, pues, las tres cruces que históricamente se han cargado sobre las espaldas de la mujer: la culpa, el silencio y la locura </strong></p>
<p>Claro y por eso me interesaban precisamente. A Ofelia, por ejemplo, la traslado a la época actual. De hecho, ella ve el entierro de su padre por la televisión y está enamorada de un surfista, no de Hamlet. Se establece un diálogo y Ofelia se explaya y comienza a hablar de cómo desde el vientre de su madre ya estaba condenada a ser la loca de la casa. Se plantea quién está loco ahí porque Hamlet está loco de venganza y no ve sino lo que él quiere y ella, sin embargo, abre la venta y ve otras cosas diferente.</p>
<p><strong>Parece complicado, con la cantidad de libros que se editan, que este poemario tuviera que esperar por un editor dispuesto a sacarlo a la luz. </strong></p>
<p>¿Sabes lo que pasa? Que hay una cosa que se llama comerciar. Hay libros malísimos que son muy comerciales porque están hechos por youtubers, influencers&#8230; gente que usa muy bien las redes. Publican cosas que puede que conecten con la emoción de mucha gente pero que no conectan con la emoción estética. Puede que sea artísticamente malo pero sí emociona y la realidad es que la gente no sabe distinguir entre emoción y valor.</p>
<p><strong>Entonces al lector medio le faltan herramientas. </strong></p>
<p>Le falta leer (risas). El problema es que si no lees sino youtubers o Cincuenta sombras de Grey, por poner un ejemplo, piensas que la literatura es eso. Yo recuerdo siempre a Corín Tellado y a Marcial Lafuente Estefanía. Tienen el gran mérito de hacer que la gente lea pero sin quedarse solo en sus novelas. La gente de aquella época, poco a poco, también iba buscando otras cosas y llegaba a Cumbres Borrascosas, por citar una novela. Hacían lectores. También es que nos hemos acostumbrado a lo fácil, a que la lectura sea fácil y no nos haga pensar. Yo, afortunadamente, no vivo de la literatura y puedo permitirme el lujo de escribir. Pero la persona que está viviendo de eso tiene un grave problema: no puede ser el escritor que quiere ser, sino el que la editorial quiere. O eso o la miseria. Hay tantas cosas sobre las que no reflexionamos. Pero eso es lo que tenemos.</p>
<p><strong>Llámeme optimista pero pensaba que alguien como usted, Premio Canarias de Literatura y con una extensa trayectoria, no tendría tantas dificultades para encontrar una editorial.</strong></p>
<p>Pues sí, eres muy optimista (risas). Esta es una nueva editorial. Roberto Toledo Palliser ha hecho un acuerdo con Editorial Mercurio y ha creado Palabras al límite. Lo primero que hace son tres libros y uno de ellos es el mío. La ilustración es de portada es de Augusto Vives, que además si te das cuenta la sombra tiene la sombra al revés. Me pareció curiosa y llamativa.</p>
<p><strong>¿Cuándo será la presentación oficial de Tríada? </strong></p>
<p>El 25 de octubre en el Real Casino de Tenerife. La verdad es que ahora en verano es más complicado organizar cosas. De todas maneras, es un libro que lleva como cuatro o cinco años escritos.</p>
<p><strong>¿Cuántos de esos tiene guardados? </strong></p>
<p>Pues tengo bastantes, hay como seis libros de poesía metidos en cajón.</p>
<p><strong>¿Cuesta más publicar poesía que narrativa? </strong></p>
<p>Sí. Las editoriales venden mucho más narrativa que poesía y además la ventaja ahí es que hay libros como Mientras maduran las naranjas que se ofrecen a los colegios. Pero tú le ofreces un libro de poesía a un colegio y no te lo compran.</p>
<p><strong>Pues estaría bien que los niños y niñas leyeran poesía, ¿no? </strong></p>
<p>Hay profesores de Literatura que me han confesado que no leen poesía porque no la entienden. Licenciados en Filología Hispánica&#8230; Yo les digo que no es necesario entenderla, la poesía no es una novela que tenga argumento. La poesía tampoco es inocente y en este caso de Tríada hay que tener, además, una cierta cultura anterior para saber quien es Andrómaca, por ejemplo.</p>
<p><strong>¿Y sacará alguno de esos libros de la gaveta en breve? </strong></p>
<p>Pues mira, tengo un Bestiario impertinente, La ciudad –poesía dedicada a la ciudad de Santa Cruz– y va a salir ahora un libro de cuentos que se llama Tiempos de tormenta. Tengo también Lítica, dedicado a José Watanabe que fue un poeta peruano al que conocí en Venezuela. Recitamos juntos y él me dedicó a mi un poema. Fue un poeta impresionante. Está además La ruta. Tengo dos o tres más esperando también. Pero no tengo prisa, no pasa nada.</p>
<p>Entrevista realizada por Almudena Cruz y publicada en El Dia el 24 de julio de 2023.</p>
]]></content:encoded>
					
		
		
			</item>
		<item>
		<title>Profesión de descreencia- Por Ángel Sánchez</title>
		<link>https://ceciliadominguezluis.com/profesion-de-descreencia-por-angel-sanchez/</link>
		
		<dc:creator><![CDATA[Cecilia]]></dc:creator>
		<pubDate>Wed, 26 Jul 2017 18:16:56 +0000</pubDate>
				<category><![CDATA[Reseñas]]></category>
		<guid isPermaLink="false">http://ceciliadominguezluis.com/?p=906</guid>

					<description><![CDATA[Suplemento de La Provincia/DLP Sábado 22 de julio de 2017 Cultura Profesión de descreencia En 104 poemas Cecilia Domínguez Luis...]]></description>
										<content:encoded><![CDATA[<p style="text-align: right;">Suplemento de La Provincia/DLP</p>
<p style="text-align: right;">Sábado 22 de julio de 2017</p>
<h1>Cultura</h1>
<h4>Profesión de descreencia</h4>
<p>En 104 poemas Cecilia Domínguez Luis alude a obras y personajes del repertorio bíblico, casi siempre confrontándolos a la realidad terrenal</p>
<p>&nbsp;</p>
<p>ÁNGEL SÁNCHEZ</p>
<p>&nbsp;</p>
<p>¿En qué quedan los dioses que inventamos una vez descabalgados de sus peanas? E<img fetchpriority="high" decoding="async" class=" wp-image-708 alignright" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/profesiondefe.jpg" alt="" width="393" height="613" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/profesiondefe.jpg 615w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/profesiondefe-192x300.jpg 192w" sizes="(max-width: 393px) 100vw, 393px" />n mero derrumbe estatuario, sus rostros desfigurados, sus cuerpos sin cabeza, no llegando a saberse si fueron Hera, Minera, Apolo o Zeus interpretando con expertización arqueológica los pliegues de sus peplos y la conformación estilística de su desnudez originaria. En carne de cañón, en tiro al blanco, si consideramos con cuánta saña los soldados del Duque de Wellintong, después de la batalla de Los Arapiles, allá por 1812, tomaron como diana de su diversión fusilera aquellos santos, profetas y personajes bíblicos que poblaban las hornacinas de la fachada de la Catedral de Salamanca, hoy vacías, desangeladas y sin posible refacción. Desde las ventanas del Palacio de Anaya, donde residía antiguamente la Facultad de Filosofía y Letras, el catedrático de Historia de España Miguel Artola, llegado el momento de explicarnos la invasión napoleónica, nos señalaba por las ventanas del aula el resultado de tal pillaje, y maldecía la insania de la diversión soldadesca haciendo trizas aquellas joyas de la escultura gótica. También Migue de Unamuno sostuvo en sus tiempos el mismo argumento: la aversión con la que la tropa ebria de victoria y vino castellano hacía añicos las venerables figuras de cantería color siena de La Flecha, junto al río Tormes, lugar de retiro de Fray Luis de León, por cierto.</p>
<p>Estas memoria personales vienen a cuento según avanzamos en la lectura del poemario más reciente de la escritora orotavense Cecilia Domínguez Luis, el último que sepamos editado desde <em>Cuadernos del orate</em> (2014).Claro está que las citas que encabezan el rumbo de su contenido: una de Hermann Broch “(…)acerca de la no divinidad de los dioses”, y otra de Rafael Arozarena (“No sabemos por qué nos plantaron en el huerto”).Y es que la “profesión de fe” de la poeta revierte abiertamente ese título, dando más bien como resultado una “profesión de descreencia” en los dictados de la divinidad, descubriendo las cartas marcadas con que juega el “juez eterno”, expresando la comenzón que produce lo impuesto por ese dedo miguelangelesco que muestra la cubierta de Ramón Buzón saliendo de un papel blanco arrugado, feliz diseño que prefigura el contenido de<em> Profesión de fe.</em></p>
<p>Acaso la derivada crítica presente en este poemario no llegue a ser teofobia o teoindiferencia, pero sí un nítido cuestionamiento del patriarcado divino, siguiendo aquella máxima de su unigénito: “ Por sus obras los conoceréis”, que se muerde la cola como las pescadillas, una vez aplicada a la presencia o ausencia de su divino padre entre las criaturas hechas “a su imagen y semejanza”. En 104 poemas cortos Domínguez Luis alude a obras y personajes del repertorio bíblico, casi siempre confrontándolos o contraponiéndolos ala realidad terrenal, en un punto de proyección reflexiva que devuelve a lo vivo lo pintado. Aquí comparecen alusivamente Jonás, el becerro de oro, las trompetas de Jericó, Caín, el carro de fuego que arrebató a Elías, el crucificado desnudo, la triple negación de Pedro, la pugna de Esaú y Jacob por un plato de lentejas, etc. Mas si la fuente es monotemáticamente la Bibliala reflexión puede fluctuar entre el decidido renuncio y la inane comprensión. Acción y reacción, ta es el método. Un ajuste de cuentas de tú a tú entre la poeta y el dios cristiano que le tocó en suerte, el que pasa por ser “principio y fin e todas las cosas”. Frente al absoluto, la nada: en medio la duda, la certeza y la posverdad.</p>
<p>A este dios Cecilia le echa en cara (…) su eterna indiferencia/por las ciudades arrasadas”, Visto lo visto y lo vivido “(…)supe del engaño/y no me quedó otra salida/ que ponerme en tu contr.”(pag.89). El lector sigue página a página el memorial de agravios suministrados, ese mester de descreencia por la historia humana, a cuya tutela se encuentra con una divinidad indiferente, fallida, ausente. Una sutil renegada es esta sutil C.D.L., que profesa la fe poética confesional con tan áspero <em>leitmotiv</em> temático, trazando una acerada diatriba contra herencia cultural tan decisoria como es la fe religiosa; haciéndose portavoz de la humanidad sangrante, de los agraviados: “(…)Mejor es que te niegues/ y vuelvas a la nada (pag.65), Un borrón que la hace ir a congtrapelo de la hipocresía lectora creyente, dado que maneja el azar que hace que el dado que lanzó Agustín Espinosa caiga por la cara número cero,<em> le Néant</em> sartriano, el blanco absoluto de la Nada.</p>
<p>¡Qué lejos estamos de la mística alienada de Santa Teresa de Jesús, del barroco orgiástico/onírico de Sor Juana Inés de la Cruz, de la poderosa Hroswitha de Gandersheim, de tanto arrobo, sumisión y estigmas! ¿Es posible una anti-mística en el mester poético? ¿Está dios en los selfis que se hacen los visitantes en Auschwitz sonriendo? Nos imaginamos a Donald Trump como agente empoderado de la divinidad decisoria: “Cada día/ siento el galope de tus cuatro jinetes./Me pregunto a qué esperas/ para apretar el botón que nos deshaga” (Pag.73)</p>
<p>No sabemos con qué poema ejemplificar el tono de este libro. Ya el lector o lectora fijará sus preferencias. Nos quedamos con un conclusivo aserto que sitúa tal ausencia en el marco cósmico, culmen de la eternidad divina como materia en movimiento: “Día a día/se gastan los planetas,/pero Tú/ nunca has salido de Ti mismo.”(Pag.75)</p>
<p>Parece llamativo que con tal retablo de desastres, frustraciones, muestras empíricas de no-divinidad, Domínguez Luis construya un poemario de tanta perfección  estilística, conceptualmente subrayado de ética racional, trazando una fenomenología utilitaria de la descreencia, planteando una lírica de combate-veces con guante de seda, otras con guante de boxeador- compartible por quienes militamos en la belleza convulsa del negacionismo divino. El suyo es pues un libro importante, la absoluta madures de quien recibió el último Premio Canarias de Literatura, concedido en 2015. En su lírica brilla el grano limpio y brillante después que la saranda cerniera el tamo para resolver en un poema de cuatro versos un estallido de realidad, cosecha de cereal literario de primera calidad.</p>
<p>Queda claro que la verdadera profesión de fe de Cecilia Domínguez Luis, una de las voces capitales de las letras isleñas y del  idioma en general, es la mera poesía. Queda leído que es una mujer que no levita si no es para descreer</p>
<p>De batallitas pasadas como creencias inmutable de generación en generación, de milenio en milenio, apuntaladas por el miedo del humano a morir sin más. Una poeta que devuelve a la especie humana, a la tierra, al páramo, al mar sobre los trigos, al barro y a la arena la propiedad divina de la que han sido enajenados por el gran ausente, que es como lo suele llamar. “Ni salmos ni sangre derramada/sin campanas al vuelo./Hoy solo nos redime/el canto de los pájaros al alba.»</p>
]]></content:encoded>
					
		
		
			</item>
		<item>
		<title>Sobre Cuaderno del Orate</title>
		<link>https://ceciliadominguezluis.com/sobre-cuaderno-del-orate-2/</link>
		
		<dc:creator><![CDATA[Cecilia]]></dc:creator>
		<pubDate>Tue, 25 Jul 2017 18:26:31 +0000</pubDate>
				<category><![CDATA[Sin categoría]]></category>
		<guid isPermaLink="false">http://ceciliadominguezluis.com/?p=902</guid>

					<description><![CDATA[jueves, 25 de junio de 2015 Estrategias para contar locuras “Seguramente haya un gran dios que ordene que la tierra...]]></description>
										<content:encoded><![CDATA[<p><strong>jueves, 25 de junio de 2015</strong></p>
<p><a href="http://colofonrevistaliteraria.blogspot.com.es/2015/06/estrategias-para-contar-locuras.html">Estrategias para contar locuras</a></p>
<pre><em>“Seguramente haya un gran dios
que ordene que la tierra se cubra de vapores y túneles,
y mujeres que hagan nacer afilados cuchillos de sus vientres
para defender a ángeles del tamaño de un pez o de un olivo.
Yo sólo sé que cada madrugada me asombra esa distancia que del cielo nos llega.”
</em><strong>Día 13</strong></pre>
<p>&nbsp;</p>
<p>&nbsp;</p>
<p><em>Cuaderno del orate (cuatro meses y un día), </em>el más reciente poemario de Cecilia Domínguez Luis, se construye a partir de la perspectiva de un marginado que mira a su alrededor desde la otredad equiparada con la locura, la misma cuyo punto de partida parece haber sido la soledad que causa la ausencia de un ser amado. El motivo es habitual en la poesía, pues el enajenado es el sujeto por antonomasia del amor y de la lírica, género al cual la ganadora del Premio Canario de Literatura de este año rinde tributo recorriendo la intensidad emotiva del amor romántico, pero añadiéndoles un rasgo nuevo: las imágenes del misticismo medieval. Todo el cuaderno parece el diario de un abate.</p>
<p><img decoding="async" class="size-full wp-image-903 alignnone" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/07/Cuaderno-del-orata.jpg" alt="" width="300" height="446" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/07/Cuaderno-del-orata.jpg 300w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/07/Cuaderno-del-orata-202x300.jpg 202w" sizes="(max-width: 300px) 100vw, 300px" /></p>
<table style="height: 79px;" width="723">
<tbody>
<tr>
<td></td>
</tr>
<tr>
<td>sus poemas abundan lo religioso y lo amoroso, incluso a veces las dos cosas. Como prueba de esto, la entrada del día 17 del primer mes, comienza con una cita del Evangelio de Mateo, “El espíritu está pronto para iluminar las cavernas”, y, dos verso más abajo, continúa con una cita un bolero del Trío Los Panchos, en itálicas, “<em>Como un rayito de luna</em>desciende la novicia hasta el jardín / y, <em>entre la selva dormida </em>sabe que es débil la voluntad de la carne.” De lo sublime al o humano en tres versos. Como la espada que Teresa de Ávila decía que Jesús hundía en su corazón, las heridas de amor las causan objetos punzantes como los arpones, los cuchillos y las espadas, así como otros de origen animal como las garras, los dientes y los picos, que perforan al hablante de forma metafórica. “Yo no quiero amarte / porque damas y donceles vendrán con sus agujas / a coser las cortinas en las que te encuentro como a una diosa renacida del agua”, se lee como testimonio del día 12 del primer mes mezclando el motivo amoroso con el pagano: “Cantan los gallos y tú no los escuchas, como tampoco escuchas mi voz que te llama.”</td>
</tr>
</tbody>
</table>
<p>Por esa razón, además de alguna alusión a una torre –¿la bíblica Torre de Babel, quizá?– se suceden, por asociación, en la mente de quien lee esta centena y media de páginas otras imágenes del encierro como el monasterio, el sanatorio y la cárcel. Así que al orate se le ha desterrado a una torre (o se le ha encerrado en una celda) desde donde mira el tiempo pasar: los ciento y pico de días que separan la primavera del otoño, en los cuales abundan las imágenes tomadas de la naturaleza, en especial las marinas. Aunque no quedan claras las razones de aquella marginación, más que la evidencia que da el título de que el hablante es, en efecto, un loco, lo que si parece más evidente es que fue la pérdida de un amor lo que desencadenó la nostalgia que sacó fiera de sí a quien ostenta la voz poética. Y parece que ha sido encerrado, sacado del mundo, con el propósito de que emprenda, en soledad, el trayecto de vuelta a la cordura. Por eso, al ir avanzando en la lectura del poemario, da la sensación que el orate va conquistando imagen por imagen la sanidad por medio de la palabra poética a la cual Domínguez Luis reviste con un fervoroso tono casi religioso. Vuelve la sensación de misticismo que ahora prende una duda como una luz en medio de la sombra. Y uno se imagina que el loco se parece demasiado a nosotros, huérfanos abandonados a nuestra suerte. Al cerrar <em>Cuaderno del orate</em>, el lector tendrá la sensación de que el libro no solo es un recorrido hacia la cordura, sino la metáfora de la transformación del sujeto creador. Y he allí el gran logro de esta poeta: construir con artes minuciosas la duda sobre quién es el verdadero orate, ese que en el principio de los tiempos dijo <em>Fiat lux</em> y se fue dejando la creación entera a su bola, o quienes le adoran por haberlo hecho. Y esto, visto en retrospectiva, se erige como la espina dorsal del libro entero. Y allí, en esa epifanía, por fin descansa la escritura. Y uno piensa en el domingo. En el día siete, cuando la tradición dice que el gran arquitecto se fue a descansar, la poeta por la voz del orate escribe: “A pesar de todo, de esa imposibilidad mía para amar, / a los terrestres dioses que en tus hombros reposan, / tú eres el prodigio que necesito.”</p>
<p>Y, solo entonces, los orates hallamos la esperanza.</p>
<p>&nbsp;</p>
<p>@michiroche</p>
<p><a href="http://www.michellerocherodriguez.blogspot.com.es/">Michelle RocheRodríguez</a></p>
<p>&nbsp;</p>
<p>&nbsp;</p>
]]></content:encoded>
					
		
		
			</item>
		<item>
		<title>Poemas alrededor de lo incierto</title>
		<link>https://ceciliadominguezluis.com/poemas-alrededor-de-lo-incierto/</link>
		
		<dc:creator><![CDATA[Cecilia]]></dc:creator>
		<pubDate>Mon, 24 Jul 2017 20:19:38 +0000</pubDate>
				<category><![CDATA[Reseñas]]></category>
		<guid isPermaLink="false">http://ceciliadominguezluis.com/?p=879</guid>

					<description><![CDATA[Poemas alrededor de lo incierto. Lectura de Profesión de fe, de Cecilia Domínguez Luis. [Texto leído en la presentación del...]]></description>
										<content:encoded><![CDATA[<p><strong><img decoding="async" class="wp-image-708 alignright" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/profesiondefe.jpg" alt="" width="399" height="623" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/profesiondefe.jpg 615w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/profesiondefe-192x300.jpg 192w" sizes="(max-width: 399px) 100vw, 399px" />Poemas alrededor de lo incierto. Lectura de <em>Profesión de fe</em>, de Cecilia Domínguez Luis.</strong></p>
<p>[Texto leído en la presentación del libro. Librería de Mujeres. Santa Cruz de Tenerife, 20 de octubre de 2016]</p>
<p>Ernesto Suárez</p>
<p>&nbsp;</p>
<p>No se me ocurre cómo comenzar estas notas de lectura sobre <em>Profesión de fe</em>, de Cecilia Domínguez Luis sino con una pregunta: ¿dios es violencia? Imagino que para muchas personas, independientemente del credo que profesen y del nombre con el que se refieran a ese dios suyo, que se pueda asociar la divinidad con resulta deplorable, doloroso cuando no, ofensivo. Para otras, incluso aquellas que se declaren no creyentes, es también probable que tal pregunta provoque desazón, cierta incomodidad o disgusto. Resulta incuestionable que la religión y la religiosidad conforman el nudo más profundo de las creencias personales y culturales en la mayoría de las sociedades humanas. Permítanme dejar aquí en suspenso el desarrollo de esta premisa para plantear una segunda pregunta. Tal cuestión es la siguiente: ¿Por qué la poesía ha de servir, aún en el siglo XXI, de marco reflexivo sobre el sentido de la divinidad y de las religiones?</p>
<p>En realidad, que los poetas contemporáneos y actuales ahonden su escritura con las claves textuales de cierta religiosidad no es infrecuente, sino todo lo contrario. Las obras de Pier Paolo Pasolini, Alda Merini, Allen Ginsberg, Leonard Cohen, Eugen Dorcescu, Yves Bonnefoy, Ángel Crespo, Vicente Gallego, César Simón, Daniel Faria, por citar sin orden de prelación algunos nombres, son ejemplo de ello. ¿Qué busca cifrarse con la mención de lo divino?</p>
<p>Escribe Cecilia en uno de los textos iniciales del libro:</p>
<p>&nbsp;</p>
<pre><em>Ese cuerpo desnudo
lo cambiaría todo
por una voz o un grito
que conjure su miedo.</em></pre>
<p>&nbsp;</p>
<p>Dios es metáfora de toda palabra y la palabra es el don único del ser humano. Mas ese dios que es palabra, será siempre también imagen de un decir incierto, una palabra dubitativa, inexistente incluso: voz muda al cabo, esa que ha sido designada el vocablo mismo de dios. En todas las tradiciones judeocristianas y musulmanas, la propia esencia del lenguaje supone anudar la voz y la escritura a la referencia divina y a reclamación de un espacio espiritual de encuentro y hallazgo. Buscamos la palabra y al mismo tiempo nos alejamos de ella. A veces simplemente nos paramos a esperarla; que sea ella la que nos halle y nos viva, se haga plenitud en el texto. Así acaso, toda la poesía y todo el ejercicio del poema: la escritura siempre clamando en el desierto y el poeta que lo es sólo cuando es capaz de leer el libro que fuera el mundo, en el decir de autores como Edmond Jabes, entre otros. Claro que, como apunta el ya mencionado Bonnefoy, “Un nombre para lo absoluto no es la designación, todavía menos la celebración, es la trampa que nos tiende, ay, el lenguaje. En cuanto Dios tiene nombre el trigo arde, el cordero es degollado” (Este es un fragmento de <em>Los nombres divinos</em>, poema en prosa del libro <em>La larga cadena del ancla</em>. Traducción de Enrique Moreno Trujillo).</p>
<p>Hay poetas cuya escritura es fácilmente identificable. Me refiero a que, de una obra a otra, apenas hay diferencia entre los cuerpos verbales que sostienen sus poemas. A la hora de explicar estas reiteraciones es fácil escudarse en la idea del estilo propio, como si se tratase de algo a valorar en si mismo. Por suerte no es el caso de Cecilia Domínguez Luis. No creo que nadie sea capaz aún hoy de identificar en ella ese estilo o lenguaje propio. Yo, al menos, no puedo hacerlo. Me remito a la evidencia que supone, por ejemplo, las patentes diferencias semánticas y sintácticas que se dan entre los tres libros de poemas que preceden en edición a <em>Profesión de fe</em>: <em>Bestiario</em>, <em>La ciudad y el deseo</em> -ambos publicados en 2008- y el más reciente -de 2014- <em>Cuaderno del orate</em>. Cuando se le pregunta por la razón que explique esta diversificación estilística, Cecilia suele referirse a la idea de que toda obra poética tiene su propio lenguaje, que su trabajo como autora es conseguir hallar ese lenguaje requerido por cada libro. Es el lenguaje de los  poemas de cada libro lo que definen el estilo.</p>
<p>Con todo, no quiero que lleven a engaño estas consideraciones. <em>Profesión de fe</em> nunca podrá ser leído como un libro orientado por la práctica de una ascesis espiritual sustentada metapoéticamente. No, en absoluto. Les propongo una imagen algo menos complaciente del libro a la vez que doy cumplida respuesta a la pregunta con la que iniciaba estos apuntes. Lean <em>Profesión de fe</em> como aquellas ineludibles notas apócrifas que un día pudieron encontrarse escritas en los márgenes de los textos bíblicos. En esas notas, en estos poemas, lo que hallarán es la evidencia de la figura de un dios que violenta, un dios que provoca un terrible intencionado dolor. Los poemas actúan así como memoria de las zonas ocultas de la historia evangélica y oficial. Cecilia reveló que <em>Profesión de fe</em> ya ha sido calificado como un libro blasfemo. Si el significado de blasmefia hace referencia a aquella palabra o expresión injuriosas contra alguien o algo sagrado (DRAE), es bueno conocer que una parte de su raíz etimológica tiene que ver con el término “reputación”, es decir la estima, la consideración que se tiene por ese algo, de ese alguien. Es, por tanto, un respeto que se alcanza, que se obtiene como consecuencia del mérito propio.</p>
<p>La poesía entonces desde los márgenes; poesía como voz fuera de quicio; la poesía siendo entonces, ahora sí y siempre, imagen contrariada de toda palabra que fuese dictada para ser ley y verdad absoluta. Vean así el poema número 13:</p>
<pre><em>Y todas las palabras fueron nuestras,
salvo aquellas
que iban en contra de tu nombre.
Sin embargo yo sigo buscándolas
y no me importa el precio
que tendré que pagar por desafiarte.</em></pre>
<p>&nbsp;</p>
<p>Cualquier fe es un crimen cuando lo que la sostiene es apenas el anhelo de dominación, el afán de poder absoluto. Pero la vida es sublevación. En realidad, la vida insurrecta es la única verdadera posibilidad, a pesar de su brevedad y de su derrota o, mejor, precisamente por su brevedad y derrota. Rescatar las palabras del poder, reapropiarse de aquello que no sólo nos fue vedado sino que fue convertido en artefacto de dominio y de dolor. Esa es la razón que explica el uso recurrente de las fórmulas verbales bíblicas y de los hitos religiosos. La religión y lo eclesiástico por tanto como cuerpo textual del que Cecilia Domínguez Luis se apodera, reclamando para si todas aquellas palabras con las que la historia y sus dueños han buscado dominar e imponer.</p>
<pre><em>Nos grabaste a fuego la culpa.
Culpa por ser,
culpa por estar,
por hacer o no hacer en tu reino.
Pero yo me resisto
a ser parte de tu recua de esclavos.</em></pre>
<p>&nbsp;</p>
<p>La palabra vivifica, no el silencio.</p>
<p>Cecilia ha querido hacer humano el don, aunque ello implique, inevitable, el reconocimiento del propio engaño, de la responsabilidad -individual y colectiva- en la explotación y en la ceguera. Vean el poema 76:</p>
<pre><em>Se niega el pan, la sal.
En los esteros
se acumulan los números vacíos.
Se oyen tiros de gracia
y una mujer que llora.
Pero los días siguen siendo azules.</em></pre>
<p>&nbsp;</p>
<p>Y todavía más explícito, el poema nº 96:</p>
<pre><em>Tal vez sin Ti
sea mejor despertar cada mañana,
sabiéndonos los únicos responsables
de tanta desmesura.</em></pre>
<p>&nbsp;</p>
<p>La violencia no es una abstracción; la violencia tiene el rostro y las manos de los verdugos y de sus víctimas. No es lo mismo responsabilidad que culpa ¿Qué sucedería si en el tercer verso de este poema Cecilia hubiera la palabra “responsables” por la de “culpables”? ¿Qué resonancias se hubieran desplegado entonces desde el texto? Con demasiada y perversa frecuencia se han enlazado dioses, acusaciones y culpabilidades. El relato de lo hecho en nombre de dios es siempre ignominioso; está atestado de sacrificios inútiles, de ausencias baldías. A medida que se avanza en la lectura del libro, dos motivos se vuelven preeminentes y fijan las claves expresas para la reflexión crítica que sostiene a una buena parte de sus poemas. Por un lado, la guerra y el sufrimiento provocado por ella. Por otro, la estafa y la ceguera enmascarada en forma de dividendos y consumo: “… / los golpes de pecho / et miserere nobis. / La mercancía / va saliendo, bendita, / de los templos”, escribe Cecilia. Así, lo divino pasa a convertirse apenas en una excusa para el humano ejercicio de un mal metódico. La figura de dios y su glorificación es, en realidad, el ocultamiento de la pérdida de la propia conciencia, el exilio de nosotros mismos.</p>
<p>En la iglesia católica, la profesión de fe es el credo. <em>Profesión de fe, </em>este nuevo libro de Cecilia Domínguez Luis, puede interpretarse como un gran poema único, es una elegía sostenida por la compasión; un poema escrito desde el vínculo compasivo con el “cuerpo vulnerable”, con los “supervivientes”, con la “memoria de este barro”, con la “perecedera realidad de la tierra”. Es, al menos yo no lo dudo, una elegía por esa perdida virtud que es la dignidad humana.</p>
<p>&nbsp;</p>
]]></content:encoded>
					
		
		
			</item>
		<item>
		<title>Sobre Profesión de fe</title>
		<link>https://ceciliadominguezluis.com/sobre-profesion-de-fe/</link>
		
		<dc:creator><![CDATA[Cecilia]]></dc:creator>
		<pubDate>Sun, 23 Jul 2017 18:55:38 +0000</pubDate>
				<category><![CDATA[Sin categoría]]></category>
		<guid isPermaLink="false">http://ceciliadominguezluis.com/?p=877</guid>

					<description><![CDATA[PROFESIÓN DE FE, de Cecilia Domínguez Juan José Delgado El curioso título del poemario de de Cecilia Domínguez que hoy...]]></description>
										<content:encoded><![CDATA[<p>PROFESIÓN DE FE, de Cecilia Domínguez</p>
<p>Juan José Delgado</p>
<p>El curioso título del poemario de de Cecilia Domínguez<img loading="lazy" decoding="async" class="wp-image-708 alignright" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/profesiondefe.jpg" alt="" width="291" height="454" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/profesiondefe.jpg 615w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/profesiondefe-192x300.jpg 192w" sizes="auto, (max-width: 291px) 100vw, 291px" /> que hoy se presenta, <em>Profesión de fe</em>, con una cuidada edición de la editorial Baile del Sol, da un salto atrás y se posa provisionalmente en  la novela de Rousseau, <em>El Emilio o la educación</em> (1762), en donde, en el libro IV, se incorpora un ensayo teológico titulado <em>Profesión de fe del vicario Saboyano</em>. El filósofo expone allí que el ser humano no debe atender tanto al entendimiento ni a la razón cuanto procurar una búsqueda en su interior, pues es ahí, en ese territorio propio y abastecido de sentimientos íntimos donde una conciencia consigue sentirse  semejante a Dios. Con ello pondrá  en jaque el conocimiento de los asuntos divinos que procedan de lo que está escrito y predeterminado en los libros; solo  desde una conciencia libre y activa  puede revelarse la auténtica religión , la religión natural.</p>
<p>Apostaría que Cecilia Domínguez no necesitó estas referencias ni para poner título a su libro ni para desarrollar los diversos contenidos que están en el poema. Se ha citado aquí a Rousseau con el fin situar meramente un marco general de confluencia de ideas. Los 104 poemas que componen <em>Profesión de fe</em> se hallan libres de toda influencia que no sea la de su variada y destacada obra poética.</p>
<p>Sus poemarios anteriores muestran la diversidad temática que compone su universo poético: recorre poéticamente desde las cosas cotidianas y menudas hasta los más complejos y trascendentales asuntos. La autora, en cada caso, adopta una posición, una actitud ante el mundo verbal que está libremente desencadenando. La constatada variedad temática acaso sea la fórmula que la poeta emplea para ir de a poco y paulatinamente dando cuenta y verbo de la gran complejidad del mundo así como de la sorprendente conciencia de quien lo está aprehendiendo y significando.</p>
<p>Para Cecilia Domínguez, el mundo de la realidad no basta: necesita revestirlo de un sentido y de un espíritu que solo puede captar  la palabra poética desde una conciencia activa y creadora, libre de toda referencia externa, promotora de una nueva visión que, por lo general, contradice la aprendida y estancada realidad. La poeta no renuncia a percibir el mundo que le ha tocado vivir; pero siempre a sabiendas de que es un mundo insuficiente, nunca completo pues le falta un sentido. Un sentido que sólo puede infundir la autora mediante la acción creadora que el lenguaje poético le concede. Se parte de la realidad sensible para lograr, mediante el proceso creativo, una nueva realidad, autónoma, orgánica, impulsada por unas fuerzas que se hallan en constante tensión. En una doble tensión: un mundo real en contraposición con una realidad poética que va emergiendo de él; y también, tensión en ese mundo poético que se ha impuesto la tarea de indagar en la realidad invisible de las cosas o en el más allá del cúmulo de ideas y creencias  aprendidas como realidades inmutables.</p>
<p><img loading="lazy" decoding="async" class="alignnone wp-image-862" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/07/Profesion-de-fe-4.jpg" alt="" width="313" height="176" />En la poética de Cecilia Domínguez nada está definitivamente hecho, todo está por hacerse. La poeta parece tener el presentimiento de ser la dueña de una conciencia que ata lo mundano concreto con un espíritu vago, huidizo, trascendente, Funda en el poema un trozo de mundo que prolonga o superpone el de la burda realidad sensible. Cuanto más se adentra en sí misma, en sus intuiciones, imaginaciones y emociones, más desentierra los secretos que la cara superficial de la realidad oculta.</p>
<p>¿Dónde estaba el secreto, dónde el misterio antes de ser revelado? Estaba en la poeta, en una poeta que establece una comunicación o vínculo casi religioso entre su activa conciencia creadora y la realidad consuetudinaria del mundo. Hallar ese punto extraño requiere una tarea, una profesión que va más allá de toda razón o creencia.</p>
<p>La poeta ha nacido en medio de una cultura que ha marcado a fuego una ingente cantidad de hechos que pasan por incontestables. Los hechos histórico-culturales ya están establecidos, y ordenados y siempre se encuentran a punto para que, quien haya recibido esa enseñanza y amaestramiento, los acepte, los reconozca y los reproduzca.</p>
<p>Pero Cecilia Domínguez no acepta que en su poema impere nada que no haya pasado por su conciencia. Así que, en este poemario de temática aparentemente religiosa, la autora pone en entredicho muchos de los pasajes de la Biblia, tanto del Viejo Testamento como del Nuevo Testamento.</p>
<p>Se pone en cuestión las Sagradas Escrituras pues las referencias o pasajes que componen el libro sagrado deben pasar por la conciencia de la autora, quien se va haciendo dueña y fundando, poema tras poema, una realidad de carácter poético, íntimo y autónomo. La poeta emprende una tarea de desacralización, a distancia de los hechos y doctrinas derramados por un libro o por una cultura que no admiten discrepancia alguna y que se mantienen petrificados e inmutables.</p>
<p>Cecilia Domínguez, como en tantos poemarios anteriores, mantiene el tema recurrente de la ausencia. El yo se encuentra solo en el mundo y clama a un tú, que en este libro, se configura como un Dios que no quiere mostrarse  pero que se muestra impasible ante una Humanidad y un yo dolientes. Es el Dios que nos han enseñado y con el que querrá comunicarse el yo. La poeta, en su soledad, desea expresar sus reflexiones, sus pensamientos y sentimientos. La soledad conduce a la palabra porque solo el lenguaje puede conjurar ese sentimiento. Y lo conjura porque la palabra busca al otro, aun cuando el otro mantenga siempre oculta su presencia. El yo desea expresar sus intimidades a una segunda persona, a un Tú que va insinuándose como identidad  divina a medida que se van sucediendo las alusiones que se hallan reflejados en las páginas del Antiguo y Nuevo Testamento. De ahí se extraen los muchos pasajes reconocibles de la Biblia. Con esa materia prima trabajará la poeta, con el fin de obtener, en el poema, una versión distinta, propia, poética, humana. Las palabras de la poeta salen de la tierra. El poemario no refleja la búsqueda de una prueba de la existencia de Dios. La poeta abandona ese propósito y descubre que es ella la que se busca “en la perecedera realidad de la tierra (84)</p>
<p>Ilustremos lo dicho con uno de los  poemas:</p>
<p><em>20</em></p>
<pre><em>Te dicen creador de mí, hace siglos, </em>
<em>después del agua, el sol y las rapaces, </em>
<em>pero yo no recuerdo ese aliento inmortal </em>
<em>que aseguran insuflaste a mi cuerpo,  </em>
<em>hecho a imagen y semejanza tuya.</em>
<em>Yo solo tengo memoria</em>
<em>de este barro.</em></pre>
<p><em> </em></p>
<p>Son abundantes los pasaje bíblicos intervenidos por la autora. Una autora que se muestra siempre discrepante, en combate con un Tú que actúa con violencia contra el mundo y la Humanidad. A veces humaniza a Dios ante la destrucción que desencadena. Lo trata como a un tirano vulgar que, para asegurarse la posesión del mundo, tiene que hacer uso de la violencia, del castigo implacable, de la destrucción apocalíptica. La poeta va considerando que hay que aprender algo nuevo: negar a ese Dios, que es el Dios del sufrimiento y de la muerte. De un Dios que es el primero en incumplir sus propios mandamientos.</p>
<p>La poeta combate contra esos designios preestablecidos; muestra una rebeldía que se ofrece como signo de vida  y una muy distinta “profesión de fe”. Es así cómo la poeta se va adueñando del mundo que está creando mediante el proceso poético: y de ese modo va entrando en una nueva dimensión: se siente, como mínimo, como una parte de Dios. Y ello, con todas las consecuencias: el ser humano también se vuelve impasible e indiferente cuando contempla el sufrimiento de la humanidad.</p>
<p>Repito: no es un poemario religioso. Juan Ramón Jiménez consiguió en su última etapa poética, que bien podría denominarse fase mística, identificarse y fundirse con la divinidad. Cecilia Domínguez sólo ha querido acercarse íntimamente a la idea de un Dios que sólo podrá descubrir dentro de ella, en el caso de que ella consiga recrearlo. Es una búsqueda que acaso se emprende y realiza, como diría Salinas en <em>La voz a ti debida</em>: “te busqué por la duda”.</p>
<p>La poeta vive en medio de las incertidumbres y soledades. Es un ser precario que necesita levantar mundos nuevos, detectar las ausencias y darles forma y sentido. Cecilia Domínguez nos ha ofrecido con este libro una recopilación de poemas humanos, demasiado humanos. Ha intentado la búsqueda de Dios para sentirse en plenitud consigo misma. Y este punto abre posibilidades de aproximar su libro en las inmediaciones de la poesía existencial.</p>
]]></content:encoded>
					
		
		
			</item>
		<item>
		<title>REMOVER LOS SILENCIOS</title>
		<link>https://ceciliadominguezluis.com/remover-los-silencios/</link>
		
		<dc:creator><![CDATA[Cecilia]]></dc:creator>
		<pubDate>Sat, 24 Jun 2017 11:27:59 +0000</pubDate>
				<category><![CDATA[Literatura]]></category>
		<guid isPermaLink="false">http://ceciliadominguezluis.com/?p=834</guid>

					<description><![CDATA[&#160; (A propósito de Los cielos que escalamos, de Juan José Delgado) &#160; Todo empieza con un chispazo, un sobresalto...]]></description>
										<content:encoded><![CDATA[<p>&nbsp;</p>
<h3>(A propósito de <em>Los cielos que escalamos</em>, de Juan José Delgado)</h3>
<p>&nbsp;</p>
<p>Todo empieza con un chispazo, un sobresalto que llega de pronto, cuando no se espera.</p>
<p>Es así como Juan José Delgado parece haber encontrado las palabras para hablarnos de esa imposibilidad de escalar el cielo donde un dios, mudo e indiferente, no nos espera. Porque, en realidad, son otros <em>Los cielos que escalamos</em>.</p>
<p>Es este el título del último libro de Juan José Delgado, bellamente editado por Ediciones KA</p>
<p>La primera parte del libro que, partiendo de una cita de René Char, titula “Un meteoro humano”, se inicia con un poema cuyo primer verso dice: <em>El lugar que por circunstancias ocupamos es el tiempo. </em>Y es esta la primera certeza- tal vez la única- que tiene el poeta.</p>
<p>Juan José Delgado parte, pues, de esta certidumbre: la de ser en el tiempo, sabiendo que su destino, como el de todos los hombres, es la finitud, y que su existencia se compone de vida y muerte, algo que ya había reflejado en libros anteriores, sobre todo en <em>El libro de la intemperie</em> en el que la palabra poética actúa como fijadora del tiempo que transcurre. <em>Tráelo todo/ a ese punto donde el poema/ sigue a la espera</em>, escribe Juan José en uno de los poemas finales de ese libro. Una idea, la de la palabra en el tiempo, que aparece también desde los primeros poemas de E<em>l cielo que escalamos</em>: la palabra como un arma de resistencia al tiempo, como lo fueron los primeros relieves del primero hombre. Y así escribe:</p>
<p><em>Todo tuvo su razón de ser </em></p>
<p><em>en los relieves prendidos </em></p>
<p><em>en la raíz del tiempo: </em></p>
<p><em>                             Dar </em></p>
<p><em>                             a la caza </em></p>
<p><em>                  alcance.</em></p>
<p><em> </em></p>
<p>Clara referencia, estos últimos versos, al autor del <em>Cántico espiritual</em>, que aquí cobra un significado que tiene mucho que ver con el deseo de perdurar</p>
<p>Pero ¿Cuáles son <em>Los cielos que escalamos</em>?</p>
<p>Ya el título, sacado de una cita de Gaston Bachelard, nos remite a esa “noche oscura del alma” de los místicos, inicio de un camino hacia la divinidad.  Pero no nos engañemos. Este libro no es de poesía mística, a pesar de sus referencias.  El poeta no busca a Dios. Ya tiene un dios al que enfrentarse, al que pone en cuestión, interroga y le echa en cara su silencio, su indiferencia ante el dolor del mundo, su abandono. Y si bien es cierta esa recurrencia a los místicos, sobre todo a Juan de la Cruz, igual que a lo mitológico, esto obedece a una asociación entre pensamiento y cultura, ante la necesidad imperiosa de preguntar, y el silencio del Dios al que pregunta.</p>
<p>En otras palabras, los poemas de <em>Los cielos que escalamos</em> son, ante todo, un ajuste de cuentas, un hermoso ajuste de cuentas, pero también una lucha entre el deseo de ascender y la realidad del barro sobre el que estamos y al que volveremos. Porque  la vida del hombre parece no poder elevarse por encima de sí misma y así, en el poema “Porque habló Zaratustra”, Juan José Delgado habla de la inutilidad del vuelo hacia un super hombre que no existe, porque <em>Eres barro no superado:/ lo eres, Zaratustra…</em> Y al terminar su lectura nos queda la duda de si ese anhelo del personaje de Nietzsche no es quizá una forma de olvidar el barro que nos convierte en iguales, aún a riesgo de que, como a Ícaro, se nos quemen las alas.</p>
<p>Las preguntas aparecen desde el principio, aunque no estén directamente formuladas, porque todo el libro, como la poesía, tal y como la concibe Juan José Delgado, es una gran indagación sobre el sentido de nuestra existencia; pregunta que, en este libro, traslada a un dios que calla.</p>
<p>Y, al no obtener respuesta, el poeta se interroga a sí mismo y hace que nos preguntemos: ¿somos, acaso meteoros que caen desde el cielo?  ¿Acaso ángeles desterrados en un terrible y odiado paraíso del que no podemos escapar porque se nos ha despojado de las alas? ¿En qué nos hemos convertido? ¿Hemos fabricado nuestro propio infierno? Y, a todas estas ¿dónde está ese dios del que, al parecer, emanamos?</p>
<p>Emilio Lledó afirma que «las preguntas brotan no solo de una actitud antidogmática que pone en duda el fundamento del conocer, sino que preguntar surge también del interior del alma cultivada en el esfuerzo de la verdad» .Y estos dos caminos son transitados por Juan José a lo largo de este libro, en el que nos ofrece una postura que es, ante todo, ética, pues parte del reconocimiento de que no somos más que eso, uno mismo y, desde esa posición expresa su forma de ver el mundo. Porque no le bastan esas palabras que quieren hacerse pasar por certezas, porque rechaza cualquier destino impuesto. Y a pesar de que sigue considerando la vida como interrogante, es este el punto de partida de un camino en el que no pretende transformar el mundo sino llegar a comprenderlo.</p>
<p>&nbsp;</p>
<p>Pronto nos damos cuenta de que detrás de cada pregunta sin respuesta se esconde un deseo de claridad, de saber hacia dónde mirar, a pesar de que no nos guste lo que contemplemos, porque <em>Los cielos que escalamos</em> es un recorrido por las preocupaciones del hombre, como si cada una de ellas fuera un peldaño a superar: la vida, la muerte, el paso del tiempo, el sentido de la existencia del hombre instalado en un lugar y un tiempo que no eligió. Hombre desterrado en una tierra, cuna y tumba, donde aparece la amenaza del vacío, del olvido del ser, de la pérdida, ese hueco desde el cual el poeta escribe una elegía, su “Elegía desde el hueco” en la que, entre otras cosas dice:</p>
<p><em>No dedicaré al hueco palabra liviana ni profunda</em></p>
<p><em> pues me digo que nada se pierde en lo ya perdido </em></p>
<p><em>[por qué entonces me digo esta oración </em></p>
<p><em>ofrezco a la ceniza]…</em></p>
<p>&nbsp;</p>
<p><em>y llega este día uno de noviembre </em></p>
<p><em>con flores de vidrio mortecino de la mi ventana en el hueco.</em></p>
<p><em> </em></p>
<p>¿Desde dónde escribe el poeta? ¿Qué estado de ánimo lo empuja a hablar de ese hueco de una extraña ventana desde donde va a llegar el día uno de noviembre?</p>
<p>No sé si el poeta puede explicarlo, pero lo cierto es que la fecha no deja de ser significativa y tal vez por eso el poema sea una reflexión acerca de la imposibilidad de ser después de la muerte. Y eso nos perturba.</p>
<p>Como dije al principio, Juan José Delgado parece escribir impulsado por una fuerza que desconoce y por la que se deja llevar, pero, consciente de su oficio, modela y encausa todo lo que le llega, a través de un lenguaje y una forma poética que se ajustan al momento en que los poemas fueron concebidos. De ahí que se alternen poemas en prosa, versiculares, poemas en los que interviene, de forma significativa lo visual,  y poemas cortos, algunos de solo tres versos que, a manera de haikus reflejan su preocupación por el devenir del hombre. Como este que dice:</p>
<p><em>Levantado el techo </em></p>
<p><em>casa y hombre se miran. </em></p>
<p><em> </em></p>
<p><em>El tiempo verá quién primero cae.</em></p>
<p><em> </em></p>
<p>Ante esa imposibilidad del ser humano por luchar contra su destino, el poeta se rebela, quiere intentar que entre algún rayo de luz, y recurre al mito que, por otro lado, está muy vinculado a su estado vital.</p>
<p>Es inevitable la aparición del laberinto, del que Ícaro escapa hacia su propia muerte. Y, de esta manera, se castiga el ansia de absoluto de Ícaro, como se castiga a Prometeo <em>por bajar el fuego que un cielo, /de espaldas, /custodiaba.</em> Porque dios o los dioses parecen desear que no salgamos de la oscuridad.</p>
<p>Un dédalo que aparece en otros poemas; algunos con claras referencias a obras de este autor como La <em>trama del arquitecto</em>, título que utiliza para referirse a ese laberinto que uno mismo construye y al que necesita vencer, adentrándose en él, siendo, a la vez, Teseo y Minotauro, razón e instinto, que se enfrentan conscientes de que la posibilidad de que venza uno u otro se ignora, y su resultado final se ofrece con la ambigüedad de lo condicional. Nada se sabe, pero</p>
<p><em>Si entró Teseo y sale Minotauro, </em></p>
<p><em>te esperan de nuevo aquellas sombras,…</em></p>
<p><em> </em></p>
<p><em>Si entró Minotauro y sale Teseo,</em></p>
<p><em>habrá un alba con hilo de luz…</em></p>
<p>&nbsp;</p>
<p>Pero ¿quién decide? ¿Es ese entrar en el laberinto una manera de penetrar en los territorios de la muerte?</p>
<p>Contemplada tal posibilidad, el poeta recurre a Tiresias, el profeta ciego que conservó sus dotes adivinatorias más allá de la muerte, y al que Ulises consulta antes de regresar a Ítaca. Y Tiresias, junto al otro ciego que aparece en este libro, se convierte en un medio, un instrumento por el que el poeta, al igual que Ulises, toma conciencia de la luz y de las sombras, del peligro de las ausencias.</p>
<p>Marina Tsvietaieva dice: «En la nave de Ulises no había héroe ni poeta. Es un héroe quien sin estar amarrado resiste, quien sin cera en los oídos resiste, es un poeta quien aun estando amarrado se lanza al mar, quien aun con cera en los oídos escucha…»</p>
<p>En este caso, el poeta se lanza, pero su mar es esa necesidad de escalar el cielo. Y la recurrencia al mito es un peldaño más para llegar a la gran pregunta sobre el porqué de la existencia y formulársela a aquel ser omnipresente, que permanece en eterno y exasperante silencio: Dios.</p>
<p><em>¿Por qué este silencio?</em></p>
<p><em>¿Por qué no, siquiera, el agrio susurro?</em></p>
<p><em>¿Cuándo te hemos amordazado?</em></p>
<p>&nbsp;</p>
<p><em>¿Cuándo pusiste tu rostro contra el viento </em></p>
<p><em>para que el silbo de tu voz no nos llegara? …</em></p>
<p><em> </em></p>
<p>Pero ¿De qué o de quién habla el poeta cuando se dirige a dios?</p>
<p>Se podría pensar que ese dios está construido con fragmentos de la propia conciencia del escritor, como esa trama del arquitecto, pero al mismo tiempo, que este dios, creado o recreado, se convierte en un deseo de lo absoluto o de una necesidad de confirmación en la vida.</p>
<p>Está en esas preguntas a un gallo, en el poema que empieza: <em>¿Por qué siempre ocupas la cima alta del lugar? ¿Por qué no te vienes al suelo y cavas, sí, en la aurora? </em>Y nos preguntamos quién es ese gallo, si el que anuncia cada madrugada, el que, en un momento oscuro, cantó tres veces para señalar la traición, o es trasunto de un dios indiferente al dolor humano o, al menos, distraído.</p>
<p>Un dios que está también en el poema “Un día en la ira de Mozart” en el que<em> Dios desafina/ y circunda la vida con estruendos/letales de trompetas</em>. Está en la voz del propio poeta que, en el último poema de la primera parte dice:.</p>
<p>[<em>pero mi soledad sonora se inunda de músculos,/ de arterias, de hambre, de sed;…,</em> que es, en definitiva, el reconocimiento de la condición humana de quien escribe.</p>
<p>Y con este despojamiento, Juan José Delgado se adentra en la última parte de <em>Los cielos que escalamos, </em>donde se permite la entrada de versos más claros en los que el yo, convertido a veces en un tú o en un nosotros, va escalando peldaños donde se asientan la ternura, la inocencia de una niñez contemplada desde el recuerdo, el amor o la memoria del amor.</p>
<p>Asumida su condición de ángel desterrado, el paisaje se torna luminoso y escribe:</p>
<p><em>El sol envía su sentencia de fuego: </em></p>
<p><em> </em></p>
<p><em>En el cielo de los naranjales </em></p>
<p><em>                 cuelgan </em></p>
<p><em>las naranjas          encendidas.</em></p>
<p>La sensualidad que recorre alguno de los poemas, sobre todo los de esta segunda parte, está atemperada por la distancia en tiempo y espacio y, por eso mismo nos conduce a hacia la poesía gracias a la cual el poeta nos sitúa al mismo borde de la vida.</p>
<p>Es la tregua que nos concede, después de habernos mantenido en vilo.</p>
<p>Pero la pregunta permanece porque la palabra remueve silencios, porque continúa la incertidumbre. Y cada respuesta, o cada acercamiento a la respuesta se convierte en un nuevo peldaño de <em>Los cielos que escalamos. </em></p>
<p>Está claro que, para escribir un libro de esta profundidad<em>,</em> es necesario no solo una madurez literaria sino también una madurez vital: un haberse preguntado una y mil veces por el sentido de la vida. Y si hacemos un recorrido por la obra poética y narrativa de Juan José Delgado, vemos cómo esta se va enriqueciendo en matices y en reflexiones, desarrollando unos temas que parten de las preocupaciones del escritor y que no por recurrentes dejan de ser atractivos y necesarios.</p>
<p>Tenemos en las manos un libro, <em>Los cielos que escalamos,</em> de Juan José Delgado que es una hermosa y acuciante pregunta por el sentido de la existencia. Una pregunta que tal vez no encuentre o, incluso, no desee respuesta alguna, porque todos sabemos -parafraseando al autor de <em>La realidad y el deseo</em>&#8211; que «La vida es una pregunta cuya respuesta nadie sabe»</p>
]]></content:encoded>
					
		
		
			</item>
		<item>
		<title>CIUDAD Y CULTURA</title>
		<link>https://ceciliadominguezluis.com/ciudad-y-cultura/</link>
		
		<dc:creator><![CDATA[Cecilia]]></dc:creator>
		<pubDate>Sat, 25 Mar 2017 08:39:22 +0000</pubDate>
				<category><![CDATA[Opinión]]></category>
		<guid isPermaLink="false">http://ceciliadominguezluis.com/?p=801</guid>

					<description><![CDATA[&#160; &#160; Nota previa: En primer lugar, en nombre de mis compañeras y del mío propio, quiero agradecer al Ayuntamiento...]]></description>
										<content:encoded><![CDATA[<p>&nbsp;</p>
<p>&nbsp;</p>
<p>Nota previa: En primer lugar, en nombre de mis compañeras y del mío propio, quiero agradecer al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y en particular al Consejo Municipal de las Mujeres y a la Concejalía de Igualdad, la  distinción que nos ha concedido, aparte de manifestar mi alegría y  mi satisfacción por compartir este homenaje con Izaskun Legarza y Puri Gutiérrez, dos mujeres excepcionales a las que admiro por su incansable lucha en favor de la igualdad y la cultura, y cuya amistad y cariño me enorgullecen.</p>
<h5></h5>
<h4><em>Sentada en la noche<a href="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/03/Discurso-Ayuntamiento-2017.jpg"><img loading="lazy" decoding="async" class="wp-image-802 alignright" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/03/Discurso-Ayuntamiento-2017.jpg" alt="" width="266" height="266" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/03/Discurso-Ayuntamiento-2017.jpg 960w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/03/Discurso-Ayuntamiento-2017-150x150.jpg 150w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/03/Discurso-Ayuntamiento-2017-300x300.jpg 300w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/03/Discurso-Ayuntamiento-2017-768x768.jpg 768w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/03/Discurso-Ayuntamiento-2017-940x940.jpg 940w" sizes="auto, (max-width: 266px) 100vw, 266px" /></a> </em></h4>
<h4><em>sus cabellos lucía como Berenice </em></h4>
<h4><em>y sin saberlo bordaba cuadrantes de luz para los ciegos.</em></h4>
<h4><em> </em></h4>
<h4><em>Tan alta estaba como la mano de un poeta </em></h4>
<h4><em>allí donde crece la hierba más transparente de la aurora, </em></h4>
<h4><em>donde las palabras se enredan en los pies de algún dios.</em></h4>
<h4><em> <a href="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/03/Izaskun-2017.jpg"><img loading="lazy" decoding="async" class="wp-image-803 alignleft" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/03/Izaskun-2017.jpg" alt="" width="167" height="223" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/03/Izaskun-2017.jpg 720w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/03/Izaskun-2017-225x300.jpg 225w" sizes="auto, (max-width: 167px) 100vw, 167px" /></a></em></h4>
<h4><em>Sentada en su silla celeste </em></h4>
<h4><em>así la descubrí con algo más que mis ojos.</em></h4>
<h4><em>Temblaba una lágrima en el espacio </em></h4>
<h4><em>o un diamante colgado </em></h4>
<h4><em>en la interrogación luminosa de las Pléyades.</em></h4>
<h4><em>Era la dama de la silla, el descanso de mi voz en su mano, </em></h4>
<h4><em>forma de silenc<a href="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/03/Puri-2017.jpg"><img loading="lazy" decoding="async" class="wp-image-804 alignright" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/03/Puri-2017.jpg" alt="" width="180" height="240" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/03/Puri-2017.jpg 720w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/03/Puri-2017-225x300.jpg 225w" sizes="auto, (max-width: 180px) 100vw, 180px" /></a>io encendido en la noche más oscura </em></h4>
<h4><em>que en mis pies proyectaba </em></h4>
<h4><em>la ruta jubilosa del día venidero.</em></h4>
<h3><em> </em></h3>
<p>&nbsp;</p>
<p>Con este poema, <em>La dama de la silla celeste</em>, de Rafael Arozarena, al que este año se le dedica el Día de las Letras Canarias, quiero empezar rindiendo homenaje a todas las mujeres pero, sobre todo a aquellas que, por diferentes circunstancias, no han tenido acceso a la cultura.</p>
<p>Mujeres, como las de los barrios periféricos de esta ciudad que luchan cada día por su dignidad y que, muchas veces tropiezan con la indiferencia, cuando no el rechazo, de aquellas instituciones que más deberían prestarles su ayuda.</p>
<p>Vivimos en una sociedad en la que pensamos a partir de una cultura que es la que define nuestro progreso o nuestro retroceso. El individuo sabe que necesita del otro para realizarse plenamente. Sin embargo, no es menos cierto que en muchos momentos de nuestra vida nos hemos sentido presionados por esa misma sociedad que pretende imponernos una manera de pensar, de opinar e incluso, de vestir. En otras palabras, la pretendida manipulación ideológica, los medios de comunicación y opinión, las modas, nos hacen ponernos en guardia para salvar lo que consideramos nuestra libertad individual.</p>
<p>Por esto y para defendernos de esa especie de esquizofrenia necesitamos una serie de herramientas que nos permitan aceptar o rechazar todo aquello que la presión social pretende imponernos.</p>
<p>Y una de estas herramientas- la principal, sin duda- es la cultura. Una cultura que se transmite a partir de la palabra por la que interactuamos con el otro y los otros.</p>
<p>Somos habitantes de una ciudad, pero ¿cómo la definiríamos? Se entiende que toda ciudad es como una gran comunidad en la que la interacción entre los ciudadanos y los poderes públicos, los sistemas ideológicos, económicos y publicitarios definen su nivel de progreso.</p>
<p>Y para que una ciudad avance es imprescindible tener en cuenta su capacidad para resolver sus problemas más acuciantes, de tal manera que permita a sus habitantes vivir con dignidad y ofrecer así mayores posibilidades de desarrollarse.</p>
<p>Para ello es necesario contar con un buen sistema sanitario y educativo, entre otros servicios públicos.</p>
<p>Pero permítanme que insista hoy en la educación y la cultura- mis eternos caballos de batalla- porque son estas las herramientas que realmente abren el abanico de oportunidades para el mejoramiento de nuestra vida.</p>
<p>Dije una vez que estamos asistiendo a la trivialización de la cultura, a través del fomento de lo superfluo, donde solo se valora aquello que es útil económica y políticamente. La reflexión, el pensamiento se ha visto relegado a un segundo término, por esa necesidad de lo inmediato y lo efímero.</p>
<p>Y todos sabemos que un pueblo con poca cultura es un pueblo crédulo, al que se le adoctrina para que no crezca, para que no se mueva, para que acepte lo impuesto. Porque la cultura desarrolla el pensamiento crítico que, a su vez, lleva a la necesidad de conocer la verdad, de no dejarse engañar, de detectar la manipulación y el fraude.</p>
<p><em>No se tiene confianza en nada (Cuando) las elecciones se anuncian. Los trabajadores que apenas leen y escriben, ni les interesa a última hora ni saben ciertamente para qué eligen. No se les habla, no se les enseña, no leen. Ni les conviene a los elementos del orden tal cosa.</em></p>
<p>No son palabras mías sino de la escritora María Rosa Alonso, y proceden de un artículo periodístico publicado en septiembre de mil novecientos treinta pero que, lamentablemente, en gran medida, siguen siendo actuales.</p>
<p>Por eso es tan necesaria la educación. Una educación que llegue hasta los rincones más apartados donde, desgraciadamente, son las mujeres las que se llevan la peor parte.</p>
<p>Es cierto que la situación en la que la mujer que, hasta 1975, y según el Código Civil, era considerada menor de edad y no tenía capacidad para contratar, ni para abrir una cuenta en el banco, ni viajar, ni obtener el pasaporte o el carnet de conducir, sin el permiso previo de su marido, ha cambiado, pero también es cierto que ha tenido que emprender un largo y penoso camino de lucha para conseguir todo lo que se le ha negado a lo largo de la historia.</p>
<p>Y aún queda mucho por hacer, porque las mujeres, sobre todo las de los barrios más periféricos, siguen en el desamparo. Un abandono que es, ante todo, cultural.</p>
<p>Es curioso y doloroso comprobar cómo en pleno siglo veintiuno hay mujeres- y también hombres, todo hay que decirlo-, que aún no saben leer ni escribir, y otras que no entienden lo que leen. Esta desigualdad sigue existiendo y da la impresión de que los programas políticos no se centran, principalmente, en poner remedio a esta situación.</p>
<p>Alguien dijo que la libertad es un algo que logramos gracias a nuestra integración social. No partimos de la libertad sino que llegamos a ella. Y para llegar a esta libertad de la que hablamos, es preciso darse cuenta de que integración social y educación van de la mano, no puede existir la una sin la otra, porque toda conexión social pasa necesariamente por ese mejoramiento de las facultades físicas, intelectuales y morales de la sociedad, a través de sus componentes, que es lo que, en definitiva, constituye la cultura.</p>
<p>Por eso es tan importante que los poderes públicos favorezcan y apoyen a aquellas personas y/o iniciativas que favorezcan la formación cultural y cívica de los ciudadanos, que fomenten la lectura como vehículo imprescindible para desarrollar el pensamiento crítico que tanta falta hace en estos tiempos, que, en definitiva, den un paso adelante para hacer esta sociedad más justa e igualitaria.</p>
<p>Solo de esta manera nuestra ciudad podrá, como dice el poema, proyectar esa<em> ruta jubilosa del día venidero.</em></p>
]]></content:encoded>
					
		
		
			</item>
		<item>
		<title>LAS NARANJAS DE PEDRO GARCÍA CABRERA</title>
		<link>https://ceciliadominguezluis.com/las-naranjas-de-pedro-garcia-cabrera/</link>
		
		<dc:creator><![CDATA[Cecilia]]></dc:creator>
		<pubDate>Sun, 29 Jan 2017 12:33:09 +0000</pubDate>
				<category><![CDATA[Literatura]]></category>
		<guid isPermaLink="false">http://ceciliadominguezluis.com/?p=722</guid>

					<description><![CDATA[Este pequeño relato quiso formar parte, en su momento, de un proyecto de una editorial para dar a conocer escritores...]]></description>
										<content:encoded><![CDATA[<p>Este pequeño relato quiso formar parte, en su momento, de un proyecto de una editorial para dar a conocer escritores y científicos. Por no estar de acuerdo con los parámetros exigidos por dicha editorial, decidí retirarme del proyecto, pero como ya tenía escrito el relato y para evitar injerencias, me he decidido a publicarlo en esta página.</p>
<p>LAS NARANJAS DE PEDRO GARCÍA CABRERA</p>
<p>Cecilia Domínguez Luis</p>
<pre>A la mar fui por naranjas,
cosa que la mar no tiene.
Metí la mano en el agua:
La esperanza me mantiene.</pre>
<p>¿Les gusta esta copla, amigos? ¿Verdad que es muy bonita?</p>
<p>Muchos piensan que la he escrito yo, pero no es así. Lo que pasa es que, desde pequeño, yo la oía cantar en mi casa, donde se reunía toda mi familia para contar cuentos, recitar romances y cantar coplas como esta. Y me gustó tanto que elegí su último verso, la esperanza me mantiene, para dar título a uno de mis libros.</p>
<p style="text-align: justify;">Ah, perdonen, a todas estas no me he presentado.                                                  <a href="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Vallehermoso.jpg"><img loading="lazy" decoding="async" class=" wp-image-724 alignright" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Vallehermoso-300x204.jpg" alt="vallehermoso" width="298" height="203" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Vallehermoso-300x204.jpg 300w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Vallehermoso.jpg 479w" sizes="auto, (max-width: 298px) 100vw, 298px" /></a>                              Me llamo Pedro García Cabrera y nací a principios del pasado siglo XX, nada menos que en 1905, en Vallehermoso, al oeste de La Gomera. Un pueblo que lo define muy bien su nombre, presidido por el gran Roque Cano, a cuya sombra oí las primeras canciones, hice mis primeros amigos y compañeros de juegos y me llené de toda aquella fuerza que llegaba desde el monte y el mar y lo llenaba todo.</p>
<p style="text-align: justify;">Fui un niño feliz. Mi padre era maestro y vivíamos en una bonita casa rodeada de árboles y huertas.</p>
<p style="text-align: justify;">Cuando yo tenía ocho años, destinaron a mi padre a Sevilla. Y con el fuimos mi madre, mis hermanos Anatael, Yara, Diego y yo.</p>
<p style="text-align: justify;">Acostumbrado a mi pequeño pueblo, Sevilla me pareció enorme. Y aquel río en el que se reflejaba la Torre del Oro, que parecía cubierta de ese metal, sobre todo a la puesta de sol. Yo que solo había visto ríos en postales y en libros, el Guadalquivir- así se llama el río que pasa por Sevilla- me pareció impresionante, claro que no tanto como el mar de mis islas. Luego, la aventura de subir por las rampas que llevaban al campanario de la Giralda, jugar en la calle, mientras veíamos pasar las calesas, esos carruajes de dos ruedas tirados por uno o dos caballos y que paseaban turistas y parejas de novios. Todo era nuevo y estaba por descubrir.</p>
<p style="text-align: justify;">Claro que, a los dos años de estancia en Sevilla, volvieron a destinar a mi padre. Y, esta vez, regresamos a las islas, concretamente a Tenerife.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero, antes de reunirnos con mi padre, mi madre, mis hermanos y yo estuvimos unos meses en La Gomera, donde nació mi hermano más pequeño, Carmelo. Después nos trasladamos todos a Santa Cruz de Tenerife, aunque el paisaje de mi isla natal, a la que volvería de vez en cuando, me acompañaría siempre. Tanto es así, que le dediqué muchos poemas, entre ellos, uno que se llama, precisamente, Gomera y que empieza así:<a href="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/exposiciones-homenajean-Pedro-Garcia-Cabrera_TINIMA20120315_0535_5.jpg"><img loading="lazy" decoding="async" class="size-medium wp-image-747 alignright" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/exposiciones-homenajean-Pedro-Garcia-Cabrera_TINIMA20120315_0535_5-300x168.jpg" alt="exposiciones-homenajean-pedro-garcia-cabrera_tinima20120315_0535_5" width="300" height="168" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/exposiciones-homenajean-Pedro-Garcia-Cabrera_TINIMA20120315_0535_5-300x168.jpg 300w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/exposiciones-homenajean-Pedro-Garcia-Cabrera_TINIMA20120315_0535_5.jpg 627w" sizes="auto, (max-width: 300px) 100vw, 300px" /></a></p>
<pre style="text-align: justify;">A cara o cruz he lanzado
a la mar una moneda;
salió cuna y nací yo:
cuna o concha es La Gomera.</pre>
<p style="text-align: justify;">Pero volvamos a Santa Cruz.</p>
<p style="text-align: justify;">Durante dos años estuvimos viviendo en San Andrés, el pueblo pesquero al que pertenece la Playa de las Teresitas, mientras mis padres construían una casa en el barrio de Salamanca, adonde nos trasladamos.</p>
<p style="text-align: justify;">Por aquella época, el único instituto para estudiar el bachillerato era el Cabrera Pinto, en La Laguna, y allí fui yo que, mientras estudiaba, empecé a publicar algunos poemas en un periódico llamado La voz de Junonia.</p>
<p style="text-align: justify;">Se preguntarán ustedes, por qué me dio a mí por escribir poesía. Pues, seguramente, porque siempre me gustó oír los romances y otros poemas que recitaba mi familia, porque, en mis años de escuela en La Gomera, tuve un maestro que se llamaba don Isaac, que todos los sábados organizaba unos recitales poéticos en los que yo participaba, y porque, entre otras cosas, quería comunicar a los demás lo que sentía y lo que pensaba, de la mejor manera que sabía, es decir, a través de mis poemas. Además, mi hermano Diego, al que le gustaba mucho la música y formó parte de un grupo llamado Los Huaracheros, me pedía que hiciera letras para sus canciones, y yo me sentía encantado de escribirlas y de escucharlas después, en las voces de aquellos músicos.</p>
<p style="text-align: justify;">El caso es que, después de acabar bachiller, empecé a estudiar la carrera de mi padre, Magisterio.</p>
<p style="text-align: justify;">Hasta aquí, todo parecía sonreírme. Estudiaba y, además, publicaba textos y poemas en periódicos y revistas, en los que la influencia de este mar que nos rodea estaba por todas partes.</p>
<p style="text-align: justify;">Así, escribía poemas como este:<a href="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen3.jpg"><img loading="lazy" decoding="async" class="size-medium wp-image-750 alignright" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen3-238x300.jpg" alt="imagen3" width="238" height="300" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen3-238x300.jpg 238w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen3.jpg 660w" sizes="auto, (max-width: 238px) 100vw, 238px" /></a></p>
<pre style="text-align: justify;">Tírame la ola,
tírame la sal,
tírame tus labios
que son de coral.
Tírame en la arena,
tírame en la mar,
tírame en tus labios
que son de coral.</pre>
<p>Mi hermano Carmelo, al que también le fascinaba el mar, como eso de escribir poemas no se le daba mucho, estudió Biología Marina, con lo que sabía, no solo del mar, sino de todos sus habitantes. Y era estupendo oírle hablar de toda la fauna marina.</p>
<p style="text-align: justify;">Yo, aparte de escribir cada día más y de tener contacto y amistad con escritores, pintores y todos los que se dedicaban al arte y a la cultura, me preocupaba mucho por las personas trabajadoras de las islas, por la forma en que los gobernantes de turno trataban al pueblo, porque no hubiera más guerras, po<a href="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen4.jpg"><img loading="lazy" decoding="async" class="wp-image-742 size-medium alignleft" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen4-300x173.jpg" alt="imagen4" width="300" height="173" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen4-300x173.jpg 300w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen4.jpg 642w" sizes="auto, (max-width: 300px) 100vw, 300px" /></a>rque todos fuésemos iguales y tuviésemos libertad, así que, desde muy joven, me afilié al Partido Socialista, y llegué a ser teniente alcalde del Ayuntamiento de Santa Cruz.</p>
<p style="text-align: justify;">Por esta época también, aparece una revista muy importante, Gaceta de Arte, fundada por Eduardo Westerdahl, y en la que colaboramos muchos amigos como Domingo Pérez Minik, Domingo López Torres, Agustín Espinosa, Emeterio Gutiérrez Albelo y otros muchos.</p>
<p style="text-align: justify;"><a href="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen6.jpg"><img loading="lazy" decoding="async" class="size-medium wp-image-751 alignright" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen6-300x200.jpg" alt="imagen6" width="300" height="200" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen6-300x200.jpg 300w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen6.jpg 499w" sizes="auto, (max-width: 300px) 100vw, 300px" /></a>Pero muy pronto todo cambiaría.</p>
<p style="text-align: justify;">Un golpe de estado, protagonizado por el general Franco, inicia la Guerra Civil y a mí, que era socialista y republicano, me cogen prisionero en La laguna, un día antes de declararse la guerra, el 17 de julio.</p>
<p style="text-align: justify;">Como no había suficientes prisiones en la isla, porque éramos muchos los que habíamos sido hechos prisioneros, los llamados “nacionales”, que eran los que luchaban contra los republicanos, idearon utilizar barcos como prisiones.</p>
<p style="text-align: justify;">Estos barcos estaban. Ni familia ni nadie, solo los que nos vigilaban atracados en el muelle de Santa Cruz, y a mí me llevaron, junto a otros prisioneros, al barco llamado Santa Rosa de Lima.</p>
<p style="text-align: justify;">Era terrible estar en aquella prisión, pues, aunque estábamos en la isla, nadie podía acercarse a aquellos barcos. Ni familia ni nadie, solo los que nos vigilaban.</p>
<p style="text-align: justify;">A veces, por la mañana, desde cubierta, veíamos que, a lo lejos, desde unas azoteas, alguien nos saludaba agitando pañuelos o camisas blancas. Aunque desde allí no distinguíamos quiénes eran, cada uno de nosotros imaginaba que era alguien de su familia, y nos quitábamos nuestras camisas y respondíamos, agitándolas también. A más de uno lo vi llorar y yo tuve que contenerme muchas veces para no hacerlo.</p>
<p style="text-align: justify;">Mis compañeros de prisión y yo sabíamos que no íbamos a estar allí mucho tiempo. Y así fue. El 19 de agosto, precisamente el día de mi cumpleaños, nos embarcaron en un correíllo, el Viera y Clavijo, y en él, con treinta y seis compañeros más, fuimos trasladados a un campo de concentración situado en Villa Cisneros, en África.<a href="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen7.png"><img loading="lazy" decoding="async" class="size-medium wp-image-738 alignleft" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen7-300x166.png" alt="imagen7" width="300" height="166" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen7-300x166.png 300w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen7-768x426.png 768w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen7-1024x568.png 1024w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen7-940x521.png 940w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen7.png 1041w" sizes="auto, (max-width: 300px) 100vw, 300px" /></a></p>
<p style="text-align: justify;">Con tantas horas en aquella prisión, después de hacer los trabajos que nos ordenaban, en la construcción de una carretera, con un sol que nos abrasaba, mis pensamientos me llevaron a escribir un libro de poemas, a escondidas de los guardias, en las hojas finitas de un estuche de papel de fumar, por temor a que me quitaran las hojas. Un libro que se titularía Romancero cautivo y que empieza así:</p>
<pre style="text-align: justify;">De las prisiones flotantes
mar dormida, cielo claro-
de Tenerife salieron
treinta y siete deportados.
Fue un diecinueve de agosto,
día de mi cumpleaños</pre>
<p><em>                                                                   <a href="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen8.jpg"><img loading="lazy" decoding="async" class="wp-image-752 alignright" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen8.jpg" alt="imagen8" width="340" height="260" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen8.jpg 739w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Imagen8-300x229.jpg 300w" sizes="auto, (max-width: 340px) 100vw, 340px" /></a>                     </em></p>
<p>Y que continúa con:</p>
<pre>Azotea de mi casa,
calle alegre de mi barrio,
si el viento por mí pregunta,
digan que voy desterrado.</pre>
<p>&nbsp;</p>
<p>&nbsp;</p>
<p style="text-align: justify;">Allí, en el campo de concentración, todos nos hicimos muy amigos. Un día, uno de ellos, alto, fuerte y decidido, me dijo, tomándome por una muñeca:</p>
<p style="text-align: justify;">-Mira, Pedro, estoy organizando una fuga y necesito a unos cuantos hombres para organizarla. ¿Qué te parece?</p>
<p style="text-align: justify;">Mi pulso se puso a cien. Por supuesto que quería ayudarlo en lo que fuera. Era nuestra libertad la que estaba en juego. Pero él me notó muy nervioso y entonces me dijo:</p>
<p style="text-align: justify;">-No te preocupes, Pedro, ya todo está más o menos organizado. No tienes más que seguirnos.</p>
<p style="text-align: justify;">Le agradecí mucho que hubiese contado conmigo. Ahora solo había que esperar el momento propicio.</p>
<p style="text-align: justify;">La ocasión apareció un 14 de marzo de 1937. Llevábamos prisioneros unos nueve meses, y las tropas moras que vigilaban el campo tuvieron que marchar al interior para sofocar una rebelión, y solo quedó allí una guarnición de soldados canarios.</p>
<p style="text-align: justify;">En la madrugada de ese día, un grupo de prisioneros, con ayuda de alguno de los soldados que nos vigilaban y que se había unido a nosotros, reduce a los oficiales, y tomamos el fuerte.</p>
<p style="text-align: justify;">Ahora había que coger el barco Viera y Clavijo, el mismo que nos había traído hasta este lugar. Allí la tripulación estaba esperando ya `por el práctico de a bordo para zarpar, haciendo señales con sus luces, cuando, de repente, amparándose en la semipenumbra, un grupo de cinco prisioneros abordó el barco y se puso en proa, apuntando con sus ametralladoras. El resto de los prisioneros, entre los que me encontraba, empujó a los tripulantes y los dejó en cubierta.</p>
<p style="text-align: justify;">Había llegado la hora de salir de allí, antes de que se enteraran de nuestra fuga y enviaran refuerzos.</p>
<p style="text-align: justify;">Zarpó el barco y, después de tres días de navegación, llegamos a Senegal.</p>
<p style="text-align: justify;">Nos despedimos. Teníamos que dispersarnos para evitar ser capturados de nuevo.</p>
<p style="text-align: justify;">-¡Suerte, Pedro!-</p>
<p style="text-align: justify;">-¡Lo mismo les deseo a todos!</p>
<p style="text-align: justify;">-Tal vez un día volvamos a encontrarnos y todo sea distinto.</p>
<p style="text-align: justify;">-Con la mano en la mar, así lo espero, les contesté.</p>
<p style="text-align: justify;">-¡Bravo, poeta!- me dijo el valiente cabecilla de la sublevación-¡Hasta pronto!</p>
<p style="text-align: justify;">Conseguí atravesar el mar y llegar a Marsella, lejos de la guerra.</p>
<p style="text-align: justify;">Pude haberme quedado allí, a salvo. Sin embargo, yo quería seguir luchando por mis ideales y volví a España, al frente de Andalucía.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero la suerte me preparaba un suceso que nunca pude imaginar.<a href="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/guerra-civil.jpg"><img loading="lazy" decoding="async" class="size-medium wp-image-756 alignright" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/guerra-civil-300x253.jpg" alt="guerra-civil" width="300" height="253" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/guerra-civil-300x253.jpg 300w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/guerra-civil.jpg 500w" sizes="auto, (max-width: 300px) 100vw, 300px" /></a></p>
<p style="text-align: justify;">Un día, cuando viajaba con otros cinco compañeros en un jeep, al atravesar unas vías, fuimos arrollados por un tren.</p>
<p style="text-align: justify;">Cuatro de mis compañeros murieron y yo quedé malherido.</p>
<p style="text-align: justify;">Me llevaron a un hospital de Jaén para curarme y, entonces, una bella enfermera se acercó a mi camilla y me sonrió.</p>
<p style="text-align: justify;">Le pregunté su nombre y me dijo que se llamaba Matilde.</p>
<p style="text-align: justify;">Desde ese momento supe que aquella muchacha, de habar gracioso y bonita sonrisa, iba a ser mi compañera el resto de mi vida.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero estábamos en guerra y nuestro amor tendría que esperar un tiempo. Yo, en ese momento, no podía ofrecerle nada. Además, no quería que ella se viera en peligro por mi culpa.</p>
<p style="text-align: justify;">Así se lo dije y ella, con su sonrisa de siempre, aunque esta vez un poco triste, me contestó:</p>
<p style="text-align: justify;">-No te preocupes por mí, Pedro. Sabes que te esperaré el tiempo que haga falta.</p>
<p style="text-align: justify;">Yo no dije nada, pero desde aquel momento en el que oí sus palabras, tuve la seguridad de que ella iba a ser la sonrisa del pan sobre la mesa. Bueno, esto es el verso de un poema que se llama Compañera te doy, y que se refiere a que ella, Matilde, sería la mujer que trajese el amor a mi vida.</p>
<p style="text-align: justify;">Un día, alguien llegó al hospital con una noticia que nos alarmó:</p>
<p style="text-align: justify;">-¡Los nacionales están arrasando la ciudad. Hay que trasladar a los heridos!</p>
<p style="text-align: justify;">Busqué a Matilde con la mirada. Allí estaba, acercándose tranquilizadora.</p>
<p style="text-align: justify;">-Todo saldrá bien, Pedro.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero no fue así.</p>
<p style="text-align: justify;">Próximo a terminar la guerra, en abril de 1939, fui detenido nuevamente y me llevaron a la prisión de Baza, en Granada, donde estuve cuatro años. Allí terminé un libro de poemas, Entre la guerra y tú, en el que sigo con mi idea de libertad para los hombres y en contra de la guerra. Porque siempre supe que no hay ninguna razón para la guerra, aunque algunos piensen lo contrario y nos pongan como razón que somos hijos de la patria,/ si saber que a ti, a mí y al sueño polar de golondrinas/ nos sobra espacio para vivir aun dentro de un beso de paloma.</p>
<p style="text-align: justify;">Además, aproveché mis estudios de Magisterio para dar clase a los presos, aparte de encargarme del suministro de alimentos. Y para alegrarlos, y ellos a mí, de vez en cuando recordaba algún pequeño poema que había escrito hace tiempo:</p>
<pre style="text-align: justify;">Me hice unas castañuelas
con dos lapas de la mar.
Cuando suben las mareas
se ponen a repicar.</pre>
<p style="text-align: justify;">Y así parecía que los días no eran tan largos.</p>
<p style="text-align: justify;">Al final, las autoridades me reclaman desde la isla de Tenerife, claro que para nada bueno. Querían juzgarme por la evasión del campo de concentración. Por suerte, pude evitar que se me hiciera consejo de guerra, por el que me hubieran condenado a muerte.</p>
<p style="text-align: justify;">Me condenaron a treinta años de cárcel, pero gracias a mis servicios en Granada, y a una serie de indultos, me conceden la libertad vigilada, que es como estar preso, pero en tu casa, e la que no podía salir. En mi encierro, para sobrevivir, estuve impartiendo clases particulares hasta que, más adelante y gracias a un amigo, entré a trabajar en la Caja de Previsión de Cepsa, como contable.</p>
<p style="text-align: justify;">Animado por haber conseguido ese trabajo que me suponía un sueldo todos los meses, me decidí a pedirle a Matilde, que se había quedado en Madrid, donde vivía mi hermano Anatael, que se casara conmigo.</p>
<p style="text-align: justify;">Ella me dijo que sí y nos casamos un veintisiete de febrero. Gracias a Matilde pude encontrar la paz que tanto buscaba, Por eso le dediqué varios poemas. Entre ellos este que titulé Media naranja, del que les pongo unos trocitos:</p>
<p><em><a href="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Naranjas-7-001-e1485704918705.jpg"><img loading="lazy" decoding="async" class="alignleft size-full wp-image-778" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Naranjas-7-001-e1485704918705.jpg" alt="naranjas-7-001" width="350" height="223" /></a><a href="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/matilde.jpg"><br />
<img loading="lazy" decoding="async" class=" wp-image-757 alignright" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/matilde-215x300.jpg" alt="matilde" width="294" height="410" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/matilde-215x300.jpg 215w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/matilde.jpg 300w" sizes="auto, (max-width: 294px) 100vw, 294px" /></a></em><em>                                   </em>Y así, junto a Matilde y a Ani, una sobrina suya a la que acogimos como hija, fueron pasando los días y los años. Yo seguí escribiendo el resto de mi vida. Siempre con el mar como amigo, como un ser poderoso que nos aísla pero que también nos comunica i nos trae cosas-incluso naranjas- Yo le decía la mar y no el mar, pues, como una madre, la mar nos traía siempre cosas buenas. Por eso escribí un poema en el que digo: Será la mar mi madre,/ la madre que no muere ni enterraremos nunca. Y que termina en: Con la mano en la mar así lo espero.</p>
<p style="text-align: justify;">Y, de esta forma, la mar fue llenando mi casa de amigos de todas las edades, de ilusiones, de esperanzas, de amor y de poesía y, aunque no pude ver mi obra completa publicada, sentí que todo lo que me había pasado no había sido inútil, y supe que muchas personas se iban a <a href="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Pedro-Garcia-Cabrera.jpg"><img loading="lazy" decoding="async" class=" wp-image-758 alignleft" src="http://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Pedro-Garcia-Cabrera-216x300.jpg" alt="pedro-garcia-cabrera" width="168" height="233" srcset="https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Pedro-Garcia-Cabrera-216x300.jpg 216w, https://ceciliadominguezluis.com/wp-content/uploads/2017/01/Pedro-Garcia-Cabrera.jpg 300w" sizes="auto, (max-width: 168px) 100vw, 168px" /></a>acercar a mis poemas y a emocionarse con                                                               ellos.</p>
<p style="text-align: justify;">Ahora, desde la otra orilla de la vida, sigo mirando a la mar y</p>
<p style="text-align: justify;">sonrío.Espero que les haya gustado mi historia y que, a partir de ahora, cada vez que se acerquen al mar, recuerden a ese niño que iba a la mar por naranjas.</p>
<p style="text-align: justify;">FIN</p>
]]></content:encoded>
					
		
		
			</item>
		<item>
		<title>Entrevista hecha por Antonio Jiménez Paz</title>
		<link>https://ceciliadominguezluis.com/entrevista-hecha-por-antonio-jimenez-paz/</link>
		
		<dc:creator><![CDATA[Cecilia]]></dc:creator>
		<pubDate>Wed, 25 Jan 2017 18:31:31 +0000</pubDate>
				<category><![CDATA[Entrevistas]]></category>
		<guid isPermaLink="false">http://ceciliadominguezluis.com/?p=754</guid>

					<description><![CDATA[Entrevista hecha por Antonio Jiménez Paz &#8211; Desde hace muchos años tú eres una de las escritoras que se granjeó...]]></description>
										<content:encoded><![CDATA[<p><strong><u>Entrevista hecha por Antonio Jiménez Paz</u></strong></p>
<p><strong>&#8211; Desde hace muchos años tú eres una de las escritoras que se granjeó la amistad personal y literaria de Rafael Arozarena, recientemente fallecido. ¿Cómo describirías su talante y la importancia como escritor? ¿Era difícil hacerse amigo de Rafael? ¿Qué puedes decir, recordar, contar de él que no se haya dicho todavía? ¿Cuál fue la clave de tu amistad y vinculación con él?</strong></p>
<p>Conocí a Rafael Arozarena en los últimos años de la década de los 70. Por aquel tiempo iba yo “en busca del tiempo perdido”, tanto literaria como personalmente, aunque mi timidez (aunque parezca mentira) me limitaba bastante, sobre todo en cuanto a relaciones personales, y no te digo nada en eso de acercarme a los escritores que, por aquel tiempo empecé a leer y a conocer…  Así que una amiga, Danielle Sotto, conocedora de mi “problema”, me llevó, un viernes por la noche y casi a rastras, al ARKABA, un bar donde se reunía gente amante de la literatura y del arte, de lo más variopinta, en torno a Rafael Arozarena (en aquel tiempo trabajaba como ATS en la Casa del Mar-hoy cerrada- que estaba justo al lado de ese bar) y a Isaac de Vega, su inseparable amigo de tantos años, en la literatura y en la vida.</p>
<p>De esa noche recuerdo mis nervios, la alegría vital de Rafael y la mirada que, en ese momento, me pareció  perdida en pensamientos inalcanzables de Isaac. Bueno, tal vez fuera ya algo condicionada porque Danielle me había regalado su novela <em>Fetasa</em>, que leí dos veces, para intentar comprender el mundo extraño y atrayente que encerraba. Nada que ver con <em>Mararía</em> que también había leído, casi de un tirón y me había despertado el deseo de conocer la isla de Lanzarote, que aún no había visitado.</p>
<p>Con ese pequeño bagaje de lectura y el nombre de “fetasianos” , que en ese  momento no tenía ni idea de qué significaba me acerqué a aquella mesa, no sin antes pedirle a mi amiga que, por favor, no dijera que yo escribía, que ya lo diría yo más adelante. Claro que no contaba con que Isaac se dirigiera a mí para preguntarme “Y qué, muchachita ¿tú también escribes?” A mí casi no me sale la voz para contestarle de que, bueno, que sí, que algo hacía, pero que sobre todo escribía poesía. Entonces Rafael se volvió y me dijo, con el entusiasmo que le caracterizaba que eso era estupendo y me invitó a que, en la próxima tertulia llevara alguno de mis poemas.</p>
<p>Yo, desde luego, no le hice caso y, al martes siguiente (las tertulias eran los martes y los viernes, días en que Rafael tenía guardia nocturna), ya más decidida por la acogida que tuve, no solo por parte de Rafael e Isaac sino de todos los tertulianos de esa noche que me hizo sentir cómoda, me presenté en el Arcaba sin un solo poema.</p>
<p>No me dijeron nada (estoy segura que los dos “fetasianos se dieron cuenta de mi inseguridad). Algunos de los tertulianos sacaron sus poemas o sus cuentos; a veces los leían en voz alta y otras se limitaban a pasar los folios a los demás.</p>
<p>Allí se hablaba y se discutía de literatura y de arte, pero también de otras cosas- incluso había algún que otro esotérico- y, sobre todo, se fomentaba la creatividad y la imaginación; algo que Rafa sabía hacer, inventándose historias sobre la marcha, jugando con las palabras, dándoles la vuelta.</p>
<p>Yo, por lo general, hablaba muy poco. En ese momento lo que más me interesaba era impregnarme de todo lo que se decía, sobre todo cuando hablaban Rafa e Isaac, hasta que, un día, cuando ya era una tertuliana habitual, apareció Roberto Cabrera con un diccionario de sinónimos y antónimos y a Rafa se le ocurrió decir, guiñándome un ojo para que entrara en el “juego”: ¡Oh, qué bien, la novela de Simónimo Antonino y yo, no sé ni cómo- imagino que “animada” por alguna copita, se me ocurrió contestarle:¡Ah, sí, Simónimo Antonino o Los cantos rodados de Teobaldo el Pobre!</p>
<p>A partir de ahí el juego no se hizo esperar y nos inventamos, entre los dos una disparatada historia repleta de equívocos y juegos de palabras. Fue ese el momento en que me sentí plenamente integrada, aunque todavía no me había atrevido a llevar un poema.</p>
<p>Todo se precipitó (en el mejor sentido) a raíz de un recital que –creo que fue Amnistía Internacional- se organizó en el Colegio de Arquitectos y al que invitaron a varios escritores jóvenes, entre ellos a mí. El recital se celebraba en la planta baja, y el público se ponía alrededor de la mesa en la que estábamos o asomados en la parte alta. A mí se me ocurrió mirar para arriba y me encontré, en primera fila a Rafael y a Isaac. ¡Imagina mis nervios! Pero ya no había remedio, así que saqué mis poemas y los leí (seguro que bastante mal).</p>
<p>Cuando acabó el recital, los dos “fetasianos” me abrazaron y me felicitaron y en ese momento me sentí casi un personaje. Ya se había caído el muro que me impedía llevar mis escritos a la tertulia (pienso que parte de él estaba construido con cierta dosis de orgullo o vanidad y otra dosis de autocrítica feroz), así que empecé a llevar poemas al Arkaba, aunque, eso sí, no los leía en voz alta.</p>
<p>Rafael siempre estaba animándome y casi todo lo que llevaba le parecía bien. Isaac era más duro, más crítico y muchas veces me decía: “rompe eso chiquita, que no sirve” Y yo le hacía caso, sin ningún problema. Isaac tenía razón, el poema era bastante malo y yo lo sabía casi antes de que me lo dijera.</p>
<p>Pero dejémonos de tertulias y pasemos a mi amistad con Rafael que no se limitó sólo a los martes y los viernes en el Arkaba.</p>
<p>Rafa y yo teníamos una amiga en común y muchas veces, por las tardes, íbamos a su casa a merendar unas exquisiteces que Rafa se encargaba de comprar o de hacer (era muy buen cocinero). Eran unas tardes llenas de júbilo imaginativo. A Rafa siempre se le ocurría algo para “mover” nuestra fantasía, para hacernos reír con sus ocurrencias.</p>
<p>Recuerdo que una de esas tarde bajé un radio casete (no se si ya se escribe así) con una cinta. (Ahora no sé si Rafael me pidió que la llevara o cuál fue el motivo de que apareciera yo allí pertrechada con mi pequeño equipo). El caso es que yo, en ese momento, jugué el papel de maestra de ceremonias que tenía que presentar ante un público- estudiantes imaginarios – al conferenciante “Don Tadeo” que les iba hablar de La papa y otras importantes cosas (Aún conservo la cinta)</p>
<p>Casi siempre se nos hacía de noche sin darnos cuenta y yo tenía que regresar “volada” a mi casa (mis hijas eran pequeñas, y, aunque mi madre se quedaba con ellas, no me gustaba estar mucho tiempo fuera). Recuerdo las risas de mi madre cuando le puse la cinta y su comentario de “¡menudo disparate!”</p>
<p>Realmente pienso que, lo que más influyó en nuestra amistad fue nuestra pasión por la literatura, el disfrute con los juegos imaginativo-literarios- que nos inventábamos siempre (él me descubrió a mí misma en este sentido), nuestro amor a la vida y a las pequeñas cosas.</p>
<p>Su poesía fue para mí un descubrimiento extraordinario. Recuerdo que él mismo me prestó <em>El ómnibus pintado con cerezas</em>&#8211; para mí uno de los mejores de Rafael- porque estaba, hacía tiempo agotado en las librerías y él sólo tenía aquel ejemplar.</p>
<p>Me atrapó de tal manera que, con toda la poca habilidad manual que yo tenía y tengo, copié todo el libro y le hice una portada igual (bueno, en lo que cabe) a la original. Se lo llevé, una de aquellas tardes de merienda y Rafa se emocionó y me escribió, en toda la primera página, una  preciosa  dedicatoria. Fue un domingo- no recuerdo ahora de qué mes- de 1980. Desde ese momento tuve la convicción de que Rafael era, ante todo, poeta, un gran poeta en la escritura y en la vida.</p>
<p>Yo ya había perdido todo reparo en llevarle mis poemas y lo hacía sabiendo que en él no había complacencia, que me iba a decir mis fallos y mis aciertos, que me iba a acercar a otros grandes poetas a los que acudir para seguir aumentando mi bagaje, todavía demasiado pobre y disperso. Nunca me decía cosas como “en lugar de esto, pon aquello”, simplemente me invitaba a reflexionar sobre lo escrito, a dejarlo reposar unos días y volver sobre ello y, sobre todo, me contagiaba de su júbilo de escribir.</p>
<p>También hicimos algunas excursiones por lugares de la Isla en los que yo jamás había estado, parándonos a cada momento para contemplar alguna flor, algún pájaro, un árbol o una piedra, y escuchar las explicaciones de Rafael que nos aproximaba tanto a aquella naturaleza que llegábamos a sentirnos parte de ella.</p>
<p>Durante la comida, hablábamos de todo, de lo divino y lo humano, de los amigos, de la infancia- la de Rafael muy feliz, a pesar de las ausencias-de nuestros deseos y nuestras fobias y, en ese momento no era Rafael el escritor sino el amigo, el cómplice que aplaudía nuestros logros o lamentaba nuestros fracasos, aunque siempre sabía darles la vuelta para convertirlos en oportunidades de aprender.</p>
<p>Desde luego creo que nunca agradecerá lo suficiente a la vida y a Danielle, la oportunidad de haber conocido a unas personas – Rafael e Isaac- que me enseñaron, sin proponérselo, tantas cosas de la vida y la literatura.</p>
<p>&nbsp;</p>
<p><strong>&#8211; Fuiste presidente (¿o presidenta?) de una institución cultural tan emblemática como el Ateneo de La Laguna… ¿La primera mujer-presidente de toda su historia? ¿Algún significado particular? ¿El Ateneo se ve igual el Ateneo por fuera y por dentro?</strong></p>
<p><strong>&#8211; </strong>Esta segunda es una reflexión amplia a partir de la experiencia concreta anterior e intentando escarbar en tu forma de pensar sobre el tema de la paridad, sobre la creencia o necesidad de las mujeres en puestos de poder para que cambien las cosas, etc. No más de 10 líneas y «contándome a mí».</p>
<p><strong>&#8211; Tras esta experiencia, ¿tú crees que el hecho de ser mujer y alcanzar un puesto de responsabilidad es suficiente para renovar las instituciones por dentro, aportar nuevos horizontes, o crees que los cambios -en caso de que los creas posibles- se sustentan en otros principios? </strong></p>
<p>-En primer lugar, no fue corto, duró dos años, lo que dura una “legislatura” en el Ateneo. Soy de las que piensan que no hay que eternizarse en ninguna parte y es muy saludable la renovación. Yo ya había estado tres años en la vicepresidencia y pienso que fue suficiente.</p>
<p>No fui la primera mujer presidenta (si existe el femenino ¿por qué no usarlo?). Mª Carmen Martínez lo fue antes. Ella estaba en la vicepresidencia cuando era presidente Juan Manuel García Ramos y cuando este tuvo que abandonar su cargo para dedicarse a la política, Mª Carmen asumió la presidencia hasta que se cumplió el plazo y hubo nuevas elecciones. No sé a qué te refieres con lo del “significado particular”; si es por lo de la presidencia, lo único que intenté fue hacerlo lo mejor posible y siempre con el acuerdo de la Junta que, afortunadamente se mostró siempre muy colaboradora. Claro que, he de confesarte que a veces era un poco tajante, sobre todo en lo del horario de las reuniones de la Junta. Yo siempre decía que si se empezaba a las ocho se tenía que terminar a las diez, así que no dejaba que nadie se fuera por los “cerros de Úbeda”. No sé si es virtud o defecto( a veces un poco de los dos), pero siempre me ha gustado “ir al grano”.</p>
<p>Por supuesto que no se ve igual el Ateneo desde dentro. Para que funcione hay que “echarle” muchas horas, mucha ilusión y empeño. Tienes que tener mucha mano izquierda (lo que no es mi fuerte), sobre todo a la hora de pedir ayudas económicas o cuando tienes que rechazar alguna propuesta por no parecerte apropiada para la institución que presides.</p>
<p>&nbsp;</p>
<p>-Desde luego el que la mujer y el hombre compartan puestos de responsabilidad, sea en el trabajo que sea, es muy enriquecedor para ambos, ya que se aportan diferentes perspectivas, sensibilidades diferentes ante un mismo asunto. Lo que ocurre es que todavía una gran parte de la sociedad no tiene muy claro el papel de la mujer y pueden más los prejuicios a la hora de valorar su trabajo que una visión, cuando menos imparcial. De ahí que a la mujer le cueste un doble esfuerzo cualquier tipo de reconocimiento.</p>
<p>En cuanto a mi experiencia, después de haber sido elegida presidenta y estando un día en la puerta del Ateneo, pasó un señor ( no sé si era socio), y me preguntó si era cierto que había sido elegida una mujer como “presidente”. Yo, sin darme a conocer le dije que sí, que era cierto. El señor me mira con cara de asombro y me pregunta: Pero ¿es que las mujeres pueden ser presidentes?  Sí señor, parece que ahora nos dejan, le contesté.</p>
<p>Creo que eso te puede dar una idea de “por dónde van los tiros»</p>
<p><strong>&#8211; Dejando al margen tus relatos infantiles y juveniles, ¿estarías de acuerdo con una interpretación de toda tu obra cuyo epicentro fuera el erotismo femenino, unas veces más solapado, otras tratado de forma más explícita? </strong></p>
<p><strong> </strong></p>
<p>Rotundamente no. Aparte de que eso sería simplificar demasiado, si te fijas, en mis primeros libros el amor no tiene demasiado protagonismo y sí mi relación con las cosas (<em>Objetos</em>) o la soledad, el aislamiento y la búsqueda de caminos estéticos (<em>Presagios de sueños en las gargantas de las palomas</em>)</p>
<p>Es a partir de Un cierto sabor ácido…., cuando mi escritura empieza a centrarse más en el sentimiento amoroso, que sigue mostrándose aunque menos directamente en mi siguiente libro y ya con más rotundidad quizá en el libro de relatos Futuro imperfecto, para culminar con Doce lunas de Eros, donde el erotismo – sin calificaciones de femenino o masculino, por favor- está manifiesto en cada uno de los poemas, aunque eso sí, es un erotismo más sugerido que explícito, como debe ser todo erotismo, a mi entender.</p>
<p>Pero pienso que, a partir del libro Para cruzar los puentes y sobre todo a partir de El libro de la duda, hay un nuevo giro en mi poesía, igual que en mis preocupaciones existenciales sin olvidar, por supuesto que el amor es un tema recurrente en la poesía, unido al de la muerte o al paso del tiempo.</p>
<p><strong> </strong></p>
<p><strong>&#8211; Como tú misma indicas el amor, la muerte o el paso del tiempo son temas recurrentes en toda escritura. Si esto es así, la cuestión que te planteo es la siguiente: ¿qué es lo que crees que hace particular cada texto, poema o narración, teniendo en cuenta que en todos los autores están presentes esos temas? Si partimos de lo común, ¿dónde residiría lo particular?  </strong></p>
<p>Desde Safo hasta nuestros días, pasando por Quevedo, Cernuda ,Luis Feria o Rafael Arozarena, los temas del amor, la muerte o el paso del tiempo- aparte de otros como el mar, la soledad etc- han sido “obligados” en toda poesía que se precie. ¿Qué los distingue? Pues nada más y nada menos que la manera de enfocar cada uno de estos temas (llámese forma, estilo etc). Hay que tener en cuenta (y esto ya lo he dicho muchas veces) que el o la poeta nace en una persona determinada, singular e irrepetible en su manera de integrarse en el mundo que la rodea, lo que hace que también su literatura, aun perteneciendo a una misma época histórica y a una misma geografía, sea esencialmente diferente. Este es uno de los argumentos en lo que me apoyo para rechazar la poesía con etiquetas ( llámese masculina, femenina y demás etiquetajes que tanto gusta poner)</p>
<p><strong>&#8211; ¿Y la etiqueta generacional también la rechazas? ¿No consideras que aporta unos patrones parecidos, unos temas específicos… en definitiva, que comparten un presente y un futuro, una suerte común? ¿Qué consideras que te acerca o te aleja de los escritores de tu generación?</strong></p>
<p><strong> </strong></p>
<p><strong>            </strong>Sí, la rechazo porque no creo en ella. Lo de “generación” es, sobre todo un recurso didáctico que poco o nada tiene que ver con la realidad creativa y literaria. ¿De qué patrones hablas? Cada uno tiene una visión diferente de ese presente y ese futuro compartido, pues cada quien lo experimenta según su forma de ser, creer y sentir y esta, afortunadamente, difiere de un individuo a otro. Si no, ¡menudo aburrimiento! Casi te he contestado a la última pregunta, pero voy a ser más explícita. Siempre me he considerado independiente, con todas las influencias habidas y por haber, desde los clásicos a los actuales. He tratado durante toda mi trayectoria de encontrar mi propia voz y eso ya es bastante arduo. Por otro lado si de alguna generación soy es de la de ahora, pues continúo escribiendo.</p>
<p>Te plantearía una pregunta. Muchos “encasillan” a un escritor en una determinada generación por la fecha en que publica su primer libro. Pero ¿qué me dirías si, precisamente ese escritor escribe su mejor obra veinte años después? ¿Cuál sería entonces su “generación”?</p>
<p>En cuanto a los temas, tampoco creo que existan temas específicos de una época, aunque es cierto que unos se ponen más de “moda” y siempre existen escritores que quieren “ir a la última”. Me parece estupendo, pero no comparto esa idea de la creación. Creación es o debe ser sinónimo de libertad- dentro de unos valores estéticos indudables- y seguir una moda ya te está privando de ella.</p>
<p><strong>&#8211; Considerarse una escritora independiente, como tú misma te declaras, ¿es una forma de definir tu escritura como singularidad o de defenderte ante un gremio, el de los escritores, un sector de lo más arribista y de zancadillas según confiesan algunos? ¿Cuál es tu visión de este colectivo en Canarias?</strong></p>
<p>&nbsp;</p>
<p>&nbsp;</p>
<p>En ningún momento me he intentado defender de nadie, porque nadie me ha atacado ni veo razón alguna para que lo haga. Respeto lo que hace cada uno aunque no comparto esa formación de corrillo o grupos – me refiero a los literarios que son los que más conozco- que excluyen a otros, porque es una práctica que nos lleva a un mayor empobrecimiento del panorama de la literatura.</p>
<p>También tengo que decir que hay muchos escritores que nos sirven de ejemplo, no sólo por su escritura sino por su manera de plantearse la vida, sus relaciones con el otro, su compromiso con el mundo; y esto nos redime de muchas, llamémosle “flaquezas”.</p>
<p>En cuanto la existencia de arribistas o no o de supuestas zancadillas, pues es una lástima que sea una realidad que vemos cada día, sobre todo en colectivos que deberían apoyarse, aportar ideas, unir fuerzas. Pero es cosa sabida que eso del “quítate tú para ponerme yo” ocurre, desgraciadamente en cualquier faceta de la vida, ya sea familiar, laboral, artística etc. Además, te aseguro que esto no ocurre solamente en Canarias. La envidia, los celos, el afán de pasar por encima del otro es tan viejo como el mundo ¡qué le vamos a hacer!</p>
<p><strong>&#8211; Teniendo en cuenta las numerosas publicaciones tuyas hasta el día de hoy, una reflexión: ¿qué dimensión crees que has alcanzado como escritora fuera de las islas? ¿Y dentro? ¿Hasta qué punto es negativo para cualquier escritor (poeta, novelista, ensayista…) no reconocérsele su labor? ¿Podrías formar parte tú de uno de estos casos?</strong></p>
<p>No tengo ni idea de si  he alcanzado alguna “dimensión” como escritora fuera de las islas o dentro de ellas. Tampoco creas que me importa demasiado. Hombre, siempre es un estímulo, sobre todo para tu vanidad, el que te reconozcan por un trabajo- sea el que sea- al que has consagrado la mayor parte de tu vida, pero en ningún momento eso me ha condicionado ni creo que, a estas alturas, me condicione para seguir con mi primera vocación que es la escritura.</p>
<p>Si es negativo o no que se le reconozca la labor de creación a cualquiera que se dedique a ella, creo que habría que preguntárselo a cada quien. Imagino que para algunos puede ser frustrante  e incluso les lleve a “tirar la toalla”- con perdón por el término boxístico-, pero por ahora, este no es mi caso. Para mí escribir es, aparte de una necesidad, un placer estimulante por sí mismo. Además, soy bastante egoísta escribiendo, en el sentido de que escribo para mí misma. Luego viene aquello que se llama deseo de comunicación o, cómo no, la vanidad que dije antes que, junto a una buena dosis de atrevimiento, te lleva a intentar que lo que escribes salga a la luz y, todavía más, que te lean y encima les guste.</p>
<p>&nbsp;</p>
]]></content:encoded>
					
		
		
			</item>
	</channel>
</rss>