Defensa de la lengua, Lengua Canaria

EN DEFENSA DE NUESTRA LENGUA

EN DEFENSA DE NUESTRA LENGUA

El domingo pasado se clausuró la Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife, a la que asistí todos los días y en la que tuve la oportunidad de encontrarme con amigos, escritores o no, pero amantes de la literatura. Una feria que, por otro lado, me pareció muy positiva con presentaciones, charlas y mesas redondas muy interesantes.

Pero no todo fueron gozos. La Academia Canaria de la Lengua (no Academia de la Lengua Canaria, como piensan o leen algunos), tenía una caseta en la que se daba información y se ponía a disposición de los interesados, todas las publicaciones que se han hecho hasta ahora.

La gente se acercaba, compraba o no, y dejaba algún que otro comentario. Hubo de todo: desde quien preguntaba por un diccionario de “guanchismos” hasta algún que otro energúmeno que, con malos modos, llamaba a la Academia y a sus componentes, independentistas. Y es que, como hoy todo se politiza, resulta que defender nuestra modalidad canaria del español es abogar por la independencia.

Pues no, señoras y señores: defender nuestra manera de hablar no implica ponernos a uno u otro lado; es, simplemente, reivindicar una lengua que es parte de nuestra identidad social y cultural.

Es cierto que tenemos desventaja con respecto, por ejemplo, a los pueblos hispanoamericanos. Así, en todos los medios de comunicación de Hispanoamérica se habla la modalidad española de ese lugar, con todos los americanismos propios del país. Y en estas islas, aunque es cierto que en las emisoras de radio y televisión locales se habla con nuestra modalidad, en los medios de comunicación nacionales que oímos con frecuencia, se utiliza la modalidad castellana, con el consiguiente uso del “vosotros” y la pronunciación de las eses finales, así como de las «c» y las «z».

Por eso nuestro empeño debe ser mayor y, tanto profesores, como escritores, como académicos o como simples hablantes, debemos defender nuestra modalidad lingüística, tan válida como la que se utiliza en Valladolid, en Asturias o en Colombia.

Acabo de oír al presidente de la RAE, a propósito de la invasión del inglés y el francés en determinados anuncios, hablar del papanatismo (y cito textualmente) que supone sustituir palabras que ya tenemos por extranjerismos que, según algunos, dan más prestigio y glamour.

Apliquemos esto a nuestras islas y avivemos el seso.

Sírvanos de ejemplos países hispanoamericanos americanos que, aun con menos habitantes de los que tienen nuestras islas, defienden su manera de hablar y de escribir. Y no solo eso. No está de más recordar que escritores hispanoamericanos se han convertido en clásicos de la Literatura Universal, sin renunciar a su lengua, e incluso algunos han sido reconocidos con el Nobel de Literatura.

Y para reivindicar nuestros pronombres personales: Yo, tú, él, nosotros, ustedes y ellos (con sus femeninos correspondientes) les vuelvo a copiar un poema que escribí hace poco:

Yo le tengo miedo a volar,

también a los zaguanes oscuros y a los túneles.

Tú temes que la abeja

le robe el polen a las mariposas.

A él le aterrorizan los naufragios

y a ella las ciudades alejadas del mar.

En general, nosotros tememos estar solos

y ustedes las miradas vacías de memoria.

Ellos se asustan de las fosas abiertas.

Ellas de las prisiones, la sangre y el silencio.

Según parece, a todos

nos asusta la vida.