Buenos días, amigos:
Me ha dado cuenta de que, a partir de mi libro «Bestiario», la araña se ha ido convirtiendo en un elemento recurrente en mis poemas. La araña, en sus tres sentidos simbólicos, según Cirlot, de: capacidad creadora, agresividad y el de la propia tela; simbología que se relaciona también con la luna. Y esta araña, desde su tela, observa, no sin estupor, el devenir de la historia de un país donde soportamos un gobierno cuyo partido está imputado por corrupciones varias, que, encima, premia fidelidades, con cargos a exministros reprobados (¿o réprobos?) por el Congreso. Un país donde se asesina a mujeres un día sí y otro también (da igual que hayan denunciado o no), donde se acosa a niños y niñas, donde la gente muere por culpa de la pobreza energética y otras pobrezas, donde las salas de urgencias se están convirtiendo en lugares para morir, donde la educación se deteriora por días y la cultura es una especie en peligro de extinción, porque ya se sabe que el que piensa, pierde.
Y ante tanto desatino, la araña va perdiendo su paciencia y dejando atrás su símbolo creador, para acercarse peligrosamente al agresivo, y amenaza con lanzarse al ataque de tanto insecto dañino que impide que la humanidad – no esa banda de soberbios y facinerosos- sea dueña de su propio destino.
Ignoro si la poesía, como la música, logrará amansarla, pero lo intento leyéndole estos poemas que le dedico a ella y a todos los que los lean. Claro que, igual, producen el efecto contrario…
ARAÑA I
Hace tiempo que sé que, en mi ausencia,
has tejido una tela tras otra
para huir de las falsas promesas
de los plenilunios.
Hoy regreso hasta ti y no pregunto.
Sé que tejes con hilos de luna
la tela más suave
y que soy ese Ulises que esperas.
ARAÑA II
¿Qué pretendes ahora,
araña lujuriosa,
con esa tela al viento
entre rosas de China?
Y ella, invisible, espera,
segura de su encanto,
a que llegue la noche.
Del libro Bestiario
Tercer mes (Día 19)
La araña trepa por el hilo cuando yo me alongo sobre el brocal de los pozos
y las ventanas de los rascacielos.
Hay un ídolo doliente sobre la mesa,
con cinco heridas que responden a los dedos de los cíclopes.
Tanto tiempo la isla en lejanía, con un sabor a algas sobre los cormoranes.
Respondo del fuego que decide el destino de las colmenas y hace huir a los
[arqueros.
Así, enciendo ramas en los atardeceres, para olvidar el sabor de las flores de loto.
La araña teje y teje.
De Cuaderno del Orate
Me ha dado cuenta de que, a partir de mi libro «Bestiario», la araña se ha ido convirtiendo en un elemento recurrente en mis poemas. La araña, en sus tres sentidos simbólicos, según Cirlot, de: capacidad creadora, agresividad y el de la propia tela; simbología que se relaciona también con la luna. Y esta araña, desde su tela, observa, no sin estupor, el devenir de la historia de un país donde soportamos un gobierno cuyo partido está imputado por corrupciones varias, que, encima, premia fidelidades, con cargos a exministros reprobados (¿o réprobos?) por el Congreso. Un país donde se asesina a mujeres un día sí y otro también (da igual que hayan denunciado o no), donde se acosa a niños y niñas, donde la gente muere por culpa de la pobreza energética y otras pobrezas, donde las salas de urgencias se están convirtiendo en lugares para morir, donde la educación se deteriora por días y la cultura es una especie en peligro de extinción, porque ya se sabe que el que piensa, pierde.
Y ante tanto desatino, la araña va perdiendo su paciencia y dejando atrás su símbolo creador, para acercarse peligrosamente al agresivo, y amenaza con lanzarse al ataque de tanto insecto dañino que impide que la humanidad – no esa banda de soberbios y facinerosos- sea dueña de su propio destino.
Ignoro si la poesía, como la música, logrará amansarla, pero lo intento leyéndole estos poemas que le dedico a ella y a todos los que los lean. Claro que, igual, producen el efecto contrario…
ARAÑA I
Hace tiempo que sé que, en mi ausencia,
has tejido una tela tras otra
para huir de las falsas promesas
de los plenilunios.
Hoy regreso hasta ti y no pregunto.
Sé que tejes con hilos de luna
la tela más suave
y que soy ese Ulises que esperas.
ARAÑA II
¿Qué pretendes ahora,
araña lujuriosa,
con esa tela al viento
entre rosas de China?
Y ella, invisible, espera,
segura de su encanto,
a que llegue la noche.
Del libro Bestiario
Tercer mes (Día 19)
La araña trepa por el hilo cuando yo me alongo sobre el brocal de los pozos
y las ventanas de los rascacielos.
Hay un ídolo doliente sobre la mesa,
con cinco heridas que responden a los dedos de los cíclopes.
Tanto tiempo la isla en lejanía, con un sabor a algas sobre los cormoranes.
Respondo del fuego que decide el destino de las colmenas y hace huir a los arqueros
Así, enciendo ramas en los atardeceres, para olvidar el sabor de las flores de loto.
La araña teje y teje.
De Cuaderno del Orate
¡Salud y República!