Literatura

50 SOMBRAS DEL REY

SOMBRAS NADA MÁS (2ª Parte)

 

El BMW era de última generación. Tatiana no sabe cómo sentarse, si pegada a la puerta o más al centro. Al final es él quien se sienta a su lado, muy a su lado, y le sonríe.

Ella no estaba acostumbrada a eso de un chófer, así que cuando Richard ordenó a Pascual que se detuviera a la entrada de la verja porque prefería ir caminando a la casa, Tatiana abrió la puerta del coche y salió. A punto estuvo de ser atropellada por un adolescente en monopatín, pero los brazos fuertes y bronceados de Richard la salvaron.

«Igual, igualito que en “Opúsculo”, pensó la muchacha mientras se ruborizaba nuevamente.

-Pensándolo mejor y después del susto, dejemos lo del jardín para más tarde y vamos a tomarnos un café.

-¿En su casa?- titubeó Tatiana.

-No, vamos a una cafetería que está en la esquina. También es mía, pero el café es mucho mejor que el que se hace en mi casa.

Como ven el Rey no se privaba de nada.

Mientras se tomaban el café, Richard le preguntó por su vida y ella, entre sonrojo y sonrojo, se la contó casi toda. La verdad es que tenía poco que contar. Vivía con Catalina y otras dos muchachas en un piso para estudiantes, Cursaba Filología Inglesa. Su padre había muerto siendo ella muy pequeña y su madre vivía en otra ciudad con su ya cuarto marido.

Suena el móvil de Richard.

-Enseguida estoy allí- contestó con una voz firme y varonil que dejó a Tatiana hecha un ocho.

-Mira, Tatiana, tengo que dejarte y lo siento mucho. Un problema en uno de mis casinos…Aquí tienes mi tarjeta. Llámame. Si no lo haces me veré obligado a ir de nuevo por la floristería.

Ella lo miró. Apenas podía articular palabra y se limitó a asentir con la cabeza, mientras bajaba los ojos, totalmente ruborizada (novedad).

-Ah, y trátame de tú, al menos cuando estemos solos. Le diré a Pascual que te lleve de regreso. Yo iré con una de mis sombras. Y por lo del jardín, no te preocupes, ya se encargarán de ellos mis sombras. Ya sabes que espero tu llamada. Hasta pronto, Tatiana.

A ella le pareció que nadie hasta ahora la había tratado así, con esa contundencia y, al mismo tiempo, con esa ternura. Algo que fue una apreciación bastante subjetiva por su parte, como era de esperar. Pero, en fin, volvió a ruborizarse y se quedó con la despedida en los labios.

-Señorita Luna, tenga la bondad.

El chófer uniformado y sonriente le abrió la puerta del BMW último modelo.

Al llegar a su piso la esperaba su amiga. Tatiana entró radiante y feliz. Se miró al espejo. ¿Realmente era ella la que había despertado el interés de aquel magnate tan…tan deseable (por decir algo) Pero ¿qué querrá de mí?

Este último pensamiento lo expresó en voz alta, así que no pudo evitar sonrojarse denuevo cuando Catalina le dijo.

-¿Qué va a querer? Lo de todos.

-¿Lo de todos? Y Tatiana se quedó mirándola con esa cara de lela que tienen todas las muchachas, o mejor, las princesas que no saben nada de este mundo cruel. Y es que señores ¡ella no sabía!

-No me hagas caso, chica. Tranquila. Con no llamarlo de nuevo tienes…¿O vas a hacerlo?

(Continuará…)