XL
Consiguió aquellas tierras matando sin descanso, destruyendo cosechas y profanando casas. La tribu lo recibe con vítores terribles. Es el heraldo de la nueva era. Cruel, invicto y ansioso. En la llanura, las muchachas con collares y flores en el pelo festejan la victoria como si fuera un regalo de los dioses y no piensan en los que yacen sobre las cenizas. El invicto guerrero va en busca de una nueva conquista la más ardua tal vez. Una muchacha lo contempla desde el miedo. Huyen las otras. Las cuentas del collar caen sobre la hierba.
40
Una victoria puede ser mentira, sobre todo cuando es madrugada y su indecisa luz ilumina arrasadas ciudades donde, entre escombros, duermen los reptiles. Puede que entonces el canto de algún pájaro ponga sobre la mesa la ventaja de ser meros espectadores del desastre, de que nuestro destino nos conceda empezar otra vez. Pero la vida como el tiempo no descansa y entre balas y obuses y alguna que otra alimaña, solo da tregua a quienes, derrotados, hacen temblar al cielo en su caída. Toda victoria puede ser mentira y nosotros el primer gran error que se repite milenio tras milenio.