Opinión

Lo mendaz, lo terrible y lo esperpéntico

El señor Ministro de Hacienda- ese ministerio del que somos casi todos-, señor Montoro, se apresuró a desmentir, eso sí, con los circunloquios y eufemismos tan propios de su partido, el informe de Cáritas que nos situaba como el país europeo donde existe mayor pobreza infantil, después de Rumanía. (Me pregunto qué dirá esta vez la iglesia católica)

Y es que, claro, ¡pobre!, después de tanta declaración suya sobre que esta España de sus corruptos, banqueros y adláteres había salido de la crisis, corroborado por su jefe, el del plasma, con esa estupenda metáfora de que se ha “cruzado el Cabo de Hornos” – sin mencionar, claro, a los que se han ahogado en el intento-, que, en definitiva, como diría de nuevo su tan preclaro y anterior líder: “España va bien”, vienen estos cenizos a decir que no, que nada de bien. ¡El colmo, intolerable! ¿Pero qué se habrá creído que es esta ONG de pacotilla para enmendarme la plana? ¿Se habrá pasado al enemigo?

Y así, con su voz meliflua, y por encima del bien y del mal, nos explica a estos españolitos ignorantes que somos (un poco menos, según su conocido Blesa) que son estos “informes puramente estadísticos” donde “se mezclan conceptos” y “el debate no se corresponde con la realidad”.

A todas estas, y aquí aparece lo terrible, no sé si, a todas estas, el señor de feudos y haciendas se habrá enterado de la muerte de Jomian, un niño de 13 años, gran dependiente, aquejado, además, de parálisis cerebral, a cuya madre pagaban, previa presentación de facturas-¡faltaría más!, la cantidad ¿increíble, irrisoria, mezquina? de 387,64 euros, vulnerando, al menos, nueve de las normativas de la Ley de Dependencia.

¿No es cierto, señora Cospedal? ¿Ya se enteró usted también? Porque no sé si sabe que este niño vivía en la Comunidad que usted machaca, por no decir otra cosa, con sus recortes. ¡Ah, no, ¿cómo se va a enterar?! Usted estaba ocupadísima con ese nuevo código ético para los profesionales del SESCAM, Servicio de Salud de Castilla –La Mancha (no se apuren que igual se extiende como una plaga), con sus quince mandamientos – para que luego digan que si Moisés- entre los que destaca la prohibición de ofender al “pudor público”. ¡Pues vaya!

Y mientras, ¡vengan millones para rescatar autopistas o para cambiar de nombre al Aeropuerto de Barajas y ponerle el de Adolfo Suárez (¿Necesidad, hipocresía, mala conciencia?)

Pues bien, señoras y señores, si se indignan y quieren protestar, ¡cuidadito! no sea que en una de estas manifestaciones, algunos infiltrados con pasamontañas, nos regalen un adoquinazo y de postre, la policía nos obsequie con una de sus pelotitas (de goma, claro). Por cierto y hablando de los infiltrados, me pregunto, como la canción: “¿De dónde serán?/¿De dónde serán?/ ¿Serán de la Habana?/ ¿Serán de Santiago?…”

Pero para evitar esos desmanes tenemos a la singular alcaldesa de Madrid, sí, la de las peras y las manzanas, la de la Revolución Francesa, la del inglés superior que, para aumentar su lista de propuestas esperpénticas, nos ofrece la de un Manifestódromo. Sí, como un canódromo- y ya pueden imaginarse quién será la liebre y quiénes los galgos- pero con españolitos cabreados. Y, para colmo del esperpento, con el apoyo del pio Ministro de Interior, que ya parece que ha perdido del todo el norte.

¡Ay, señora Botella! Seguro que usted, como aquél prócer de la patria, señor Fraga Iribarne, piensa que la calle es suya.

Pues mire, le aconsejo que, después de que se haya releído La Cenicienta, se cultive un poco leyendo un poema de Agustín Millares, sí, un poeta de estas Islas Canarias, tan ultraperiféricas, al que precisamente dedicamos el Día de las Letras Canarias y con el que termino este desahogo que no sé si servirá para calmar mi indignación y mi insomnio.

La Calle que tú me das
no será tuya ni mía.
Habrá de ser compartida.
Calle de todos será.

 

¡Pues ahí queda eso!