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Un recuerdo para Pedro García Cabrera

Ayer se cumplieron 34 años de la muerte de Pedro García Cabrera y me gustaría recordarlo, e invitar a que lo recuerden, con un poema suyo, Con la mano en la sangre, que tiene un significado especial para mí. Veran:

Conocí a Pedro en los años 70, aunque ya tenía referencias suyas porque mi familia me contó que había sido compañero de prisión de mis tíos, Manolo y Lucio Illada.

Un día me atreví a decirle que tenía una copia de la carta que mi tío Manolo había escrito horas antes de que lo fusilaran, en Paso Alto, allá por los años 40. Él me pidió que se la trajera a su casa. Así lo hice y, cuando terminé su lectura, la voz de Pedro resonó en las cuatro paredes de su comedor.

Fue la mejor respuesta. En sus ojos no había odio-Pedro era incapaz de odiar- pero sí el rechazo, el dolor por todas las injustas ausencias, la firmeza de quien no quiere olvidar ni que olvidemos.

Cuando terminó con “sin saber que a ti y a mí y al sueño polar de golondrinas/ nos sobra espacio para vivir aun dentro de un beso de paloma”, el silencio se adueñó de aire, a mí me recorrió un escalofrío y comprendí, en ese instante, toda la sinrazón que acude a la mentira para justificar la muerte del otro.

Y, sin más, ahí les va el poema

CON LA MANO EN LA SANGRE

Nadie se acuerda ya de la Gran Guerra

y aún tienen los ríos su largo brazo en cabestrillo

y los ojos saltados los puentes

y corazones ortopédicos los hombres.

Solo tú, yo y aquel sueño polar de golondrinas,

con nuestras aguas verdes por a espera,

batimos el recuerdo en tu mármol, en mi frente en su oído.

Nos venderán de nuevo

aunque prosigan con su rebelión armada los rosales

y la mentira con sus tres dimensiones y un pico con ojeras

y el trino de los trenes en el trino de una estación al este de los mares.

Todo se perderá: corales, ruiseñores,

La última comedia que apunte el caracol desde su concha,

los diarios que voceen las ranas al crepúsculo,

tu orfelinato de montañas locas,

tantas y tantas cosas que ignoran los cipreses.

Y de tu voz, hasta de tu voz que enlaza las sedas con los pámpanos,

fabricarán cañones que habrán de bendecir los obispos,

para que rompan más eficazmente las venas de los sueños.

Se nos dará una gran razón: que somos hijos de la patria,

sin saber que a ti, a mí y al sueño polar de golondrinas

nos sobra espacio para vivir aun  dentro de un beso de paloma.